Hizo el llamado extorsivo y vio el cadáver: las confesiones de uno de los acusados del caso Aliaga
Gastón Curi declaró por primera vez en dos años y nueve meses. Admitió que compró el teléfono y le dijo al hermano de la víctima “dejá de mover el avispero y andá juntando el palo verde”. Aseguró que no secuestró ni mató al ex despachante de aduanas y complicó a su padrastro.
Sereno. Mirando muchas veces al piso. Nervioso pero con ganas de responder todo lo que le preguntaran y contar su verdad. Observado con atención por los jueces federales, abogados, el Ministerio Público y algunos presentes en la sala. En algunos tramos de su relato se quebró, lloró y se mostró consternado. Siempre con el objetivo de desligarse del hecho. Los otros procesados, es decir su madre, el padrastro, su hermano y el hombre que trabaja para ellos en una empresa de transportes para chicos discapacitados, fueron retirados del primer piso de los Tribunales federales para evitar complicaciones procesales en el futuro.
El juicio por el secuestro y asesinato de Diego Alfredo Aliaga (51) entró en una etapa determinante y las partes lo saben: comenzaron a declarar los sospechosos que nunca hablaron en el expediente. El objetivo es claro: seguir una estrategia defensiva para evitar una condena por el secuestro y apuntar todo contra uno de los procesados para que sea condenado por el homicidio. En los alegatos todo quedará claro.
La primera jornada importante se vivió este martes en el debate federal que se inició a fines de noviembre del año pasado en el Tribunal Oral Federal Nº2, que busca determinar las responsabilidades penales por el crimen del ex despachante de aduanas e informante policial vinculado al Bentogate: declaró por primera vez desde su detención, el lunes 3 de agosto del 2020, el acusado Gastón Nicolás Curi (30), hijastro mayor de Diego Alejandro Barrera, el principal sospechoso que tiene el caso como autor del homicidio.
“Estoy nervioso porque siempre quise contar todo y nunca tuve la posibilidad”, dijo segundos después de sentarse frente al micrófono y reiterar que llevaba dos años y nueve meses de silencio. Es el joven apuntando como quien hizo el llamado extorsivo al hermano de la víctima, Gonzalo Aliaga, quien se encontraba justo realizando la denuncia por averiguación de paradero en una oficina fiscal. Se hizo cargo de ese hecho pero aclaró que fue para proteger a su padrastro, a quien terminó complicando.
Curi efectuó un extenso repaso de lo que vivió la mañana del martes 28 de julio del 2020, cuando desapareció la víctima en un predio de su propiedad en calle Bandera de los Andes de Rodeo de la Cruz, hasta su captura de parte de policías de Investigaciones de Mendoza. Comenzó a las 10.45 y culminó a las 16.30.
Admitió que compró un teléfono, un chip e hizo el llamado extorsivo con la frase “dejá de mover el avispero y andá juntando el palo verde. Ya te vamos a volver a llamar”, pero aclaró que lo hizo por pedido de Barrera. “Me dijo que lo estaba siguiendo la policía y quise protegerlo”, afirmó para luego sostener que estalló ese aparato contra el piso porque se encontraba en un estado de nerviosismo. Y agregó que tuvo nada que ver con el homicidio: “Jamás le hice algo a nadie. Jamás accioné contra el señor Diego Aliaga”.
No sólo eso: reveló que todos los integrantes de su familia que están acusados tomaron conocimiento del homicidio de Aliaga a las pocas horas del deceso, que tuvo en poder el teléfono de la víctima y hasta dijo que contestó un mensaje. “No sé qué pasó con ese celular, se lo di a Barrera”, señaló.
En el banquillo también se encuentran su hermano Lucas (declarará la próxima semana), la madre de los jóvenes Bibiana Sacolle y el citado empleado de Solcito y pieza fundamental del juicio luego de su acuerdo de “arrepentido”, Yamil Whashington Rosales. Todos arriesgan perpetua.
Gastón arrancó su declaración indagatoria frente a los jueces Alberto Daniel Carelli, Alejandro Piña y María Paula Marisi, explicando cómo fueron sus movimientos la mañana de la desaparición y también la de su entorno en el predio de calle Bandera de los Andes de Rodeo de la Cruz. En ese lugar Aliaga y su socio Barrera tenían pensado encontrarse porque iban a abrir un centro de rehabilitación para chicos discapacitados y esperaban por una inspección municipal.
Dijo que estuvo con Barrera y que lo vio extrañamente nervioso. “Diego (Barrera) salió con un corte debajo su brazo derecho y me dijo: ‘Terminó todo mal con Diego (Aliaga)’. Y le pegó con el puño derecho a mi auto”, detalló Curi entre lágrimas.
Luego agregó que Barrera le pidió que limpiara uno de los sectores casa y que, cuando ingresó, observó que había vasos rotos y sangre en una pared. “Yo no sabía qué pasaba. Tenía miedo y llamé a mi hermano (Lucas). No paraba de tiritar”.
Curi agregó que luego se dirigió hasta el galpón de calle Jujuy, donde guardaban los vehículos de la empresa familiar, y que Lucas, quien se encontraba allí, le dijo que Aliaga había fallecido. Rosales también se encontraba en el lugar. “Me arrimé por el lado derecha de la camioneta y pude ver los pies del señor Aliaga”, declaró. Acto seguido, sostuvo que entró en pánico y que le pidió a Barrera que sacara el cadáver de la empresa familiar. “Me parecía una locura lo que estaba sucediendo. No quería volver allí“.
Gastón Curi, quien trabajaba para la firma y también era piloto de aviones, expresó que le reprochó varias veces a Barrera por el hecho y que lo ayudó realizando el llamado porque temía que podía quedar detenido. “Cómo puede ser que el señor Aliaga esté muerto en nuestra empresa familiar. Tenés que sacar a esa persona de allí”, sostuvo el imputado, quien dio a entender que Aliaga, a quien vio tres veces previamente, murió el mismo martes 28 por la mañana.
“Jamás secuestré ni maté a nadie. No soy un delincuente. Mi intención no era pedir dinero”, reiteró en varios tramos de su declaración frente a la fiscal de Cámara María Gloria André, mientras quedaba claro la estrategia defensiva: desvincular a su madre y al hermano y buscar que se caiga la calificación de secuestro extorsivo.
El debate continuará el próximo martes. Esa jornada está previsto que declara Lucas Curi, quien tampoco ha dado su versión de los hechos desde su detención. De acuerdo con fuentes judiciales, mantendrá la misma postura que su hermano porque ha dejado trascender que nunca estuvo en la escena ni colaboró con el secuestro y el crimen de Aliaga.
Los hermanos Curi, Bibiana Sacolle y Diego Barrera.
La acusación
Para el fiscal que instruyó el caso, Fernando Alcaraz, Diego Barrera, su pareja Bibiana Sacolle, los hijos de ella, Gastón Nicolás y Lucas Agustín Curi, y el chofer de la empresa de transportes Solicito, Yamil Washington Rosales, planificaron e intervinieron en la sustracción, el ocultamiento y la retención de Diego Alfredo Aliaga. El móvil fue económico, se viene escuchando en el debate oral federal que se inició el año pasado.
El objetivo, añadió el Ministerio Público, era obligar a Aliaga, bajo amenazas y coacciones, a que otorgase negocios y bienes muebles e inmuebles al matrimonio Barrera-Sacolle. Básicamente, los sospechosos buscaban quedarse con casas y autos sin la correspondiente contraprestación de dinero y lo habrían obligado a firmar papeles antes de la muerte.
Barrera era socio de Aliaga y se conocían desde hacía un par de años. Entre 15 y 30 días antes de su muerte, Aliaga compró utilizando dólares en efectivo dos minibús Mercedes Benz Sprinter y ambos rodados fueron titularizadas a nombre de Sacolle. Sin embargo, la víctima tenía documentación en su casa que permitiría la transferencia de los dominios. Este habría sido uno de los motivos del asesinato.
Estos papeles habrían sido destruidos por Barrera cuando ingresó al domicilio de Aliaga en el barrio privado Palmares de Godoy Cruz de forma ilegal la tarde del 28 de julio del 2020, horas después de que fuera retenido contra su voluntad.
La fiscalía busca probar que los hermanos Curi y su madre conocían que Aliaga había sido asesinado en el domicilio donde tenían pensado encontrarse la mañana del día citado en el predio de calle Bandera de los Antes 9840/9846 de Rodeo de la Cruz, en Guaymallén, donde buscaban instalar un emprendimiento para trabajar con niños discapacitados, la especialidad de Sacolle. Hubo varios llamados telefónicos entre ellos y también cámaras de seguridad que registraron la llegada de Gastón Curi en un Celta Rojo y la salida de un vehículo de trabajo.
Tanto Barrera como los Curi –y también Rosales- hicieron viajes desde Rodeo de la Cruz hasta un galpón de calle Jujuy de Ciudad, donde habría estado retenida la víctima. Gastón Curi dio a entender en su declaración que Aliaga llegó muerto al este último lugar y que Barrera estaba directamente relacionado con el hecho.
Mientras todo trascurría, para la fiscalía Sacolle y sus hijos Gastón y Lucas y Barrera mantenían comunicaciones con mínima diferencia de minutos entre cada uno y de una duración de segundos cada llamada. Por esto estiman que estaban todos al tanto de lo que estaba sucediendo.