Kamala Harris, ante el desafío de atraer al votante árabe estadounidense y mantener el apoyo a Israel

 Kamala Harris, ante el desafío de atraer al votante árabe estadounidense y mantener el apoyo a Israel

En menos de dos meses los ciudadanos estadounidenses acudirán a votar en unas elecciones ajustadas. Lo harán tras una campaña histórica en la que el Partido Demócrata se ha visto forzado a cambiar de candidato para poder competir contra un Donald Trump desatado en las encuestas. El equipo de Kamala Harris ha recuperado el optimismo demócrata, pero es consciente de que el debate presidencial de este martes será fundamental para mantener sus aspiraciones. Sobre todo tendiendo en cuenta el desastre que supuso el debate de Joe Biden.

La Presidencia se decidirá en los estados bisagra o swing states, llamados así al no tener una tendencia clara de voto. En cada uno de ellos habrá temas claves en los que ambos candidatos podrían insistir en el debate. Tanto para convencer como para desmovilizar a los votantes de su contrincante. Entre estos estados destaca Michigan, donde hay una de las comunidades árabe estadounidenses más importantes del país y en el que la cuestión palestina, el apoyo estadounidense a Benjamin Netanyahu y la beligerancia en contra de la guerra en Gaza podrían ser una pieza esencial para hacerse con el asiento del Despacho Oval.

La caza de estos votantes se concentra entrono a Detroit, donde viven más de 150.000 árabe estadounidense y se encuentra el centro cultural de la comunidad árabe en Estados Unidos. “No es una una comunidad muy importante en números, pero en un estado como Michigan, donde la victoria va a estar en un puñado de votos, podría tener importancia política”, afirma a 20minutos Carlos Hernández Echevarría, periodista de Maldita.es y analista de El Orden Mundial.

Y es que ha sido precisamente parte de esta comunidad y los movimientos propalestinos los que que durante las primarias y la Convención Demócrata en Chicago de final de agosto más ruido hicieron en contra de las políticas del Gobierno de Biden. El conflicto en Gaza fue el único punto de fricción en la convención, rompiendo la imagen de unidad que busca proyectar. “Hay fuerzas dentro del liderazgo demócrata que no quieren que hablemos sobre los derechos humanos de los palestinos. Pero nosotros lo haremos”, publicó en un comunicado el grupo de 30 delegados que representan a los votantes que decidieron no apoyar a Kamala Harris.

La vicepresidenta ha prometido “no guardar silencio” ante el sufrimiento de los palestinos y se reunió con miembros del movimiento nacional de ‘No comprometidos’, que lideraban la oposición a Biden en las primarias. Al tiempo, en su primera entrevista como candidata a la Casa Blanca, Harris reiteró su “inequívoco e inquebrantable compromiso con la defensa de Israel” y aseguró que “eso no va a cambiar”. Este es el discurso oficial de los demócratas, que critican las acciones de Netanyahu en Gaza, pero mientras proporciona armamento y apoyo al Estado hebreo; conscientes del balance que tienen que mantener entre dos comunidades, la judía y la árabe estadounidense, que históricamente aportan muchos votantes a los demócratas.

La importancia del apoyo árabe estadounidense
Pese a que el voto de contestación contra Biden en las primarias demócratas en Michigan provenía en buena parte de esta comunidad, lo cierto es que en las elecciones nacionales ese marco crítico podría cambiar. “Es diferente hacer eso en las primarias que en unas elecciones generales contra Trump. Una persona que ya hizo y que pretende volver a hacer una prohibición de entrada de personas de países de mayoría musulmana”, afirma Hernández Echevarría.

Esta política de Trump, unida al apoyo a los asentamientos israelíes en la Cisjordania ocupada, el trasladado de la Embajada estadounidense a Jerusalén o los planes de paz hechos a medida de Israel provocaron que los electores de localidades como Dearborn (de mayoría árabe estadounidense) a respaldaran a Biden en el año 2020. Unos votos que le dieron el estrecho margen que necesitaba para llevarse la victoria en Michigan.

“La comunidad árabe americana tradicionalmente vota más o menos como los latinos, es decir, dos de cada tres votan demócrata. La diferencia es que no se le ha prestado tanta atención porque no es tan importante en cuanto a números”, afirma el analista. En los últimos años el ascenso de figuras de esta comunidad ha sido notorio. Del sureste del estado de Michigan es la demócrata Rashida Tlaib, elegida en 2018 como la primera mujer palestina-estadounidense en llegar al Congreso. Además, en comunidades de esta zona han sido elegidos recientemente tres alcaldes árabe estadounidenses.

Otro factor importante que podría aglutinar entorno a Harris el voto de árabes estadounidenses es la designación de Tim Walz como futuro vicepresidente. Walz cuenta con un enfoque menos belicista con los movimientos que se han opuesto a las políticas del actual Gobierno. Sobre todo si se compara con otro de los candidatos a vicepresidente, el gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro, que calificó de “escandalosas” las movilizaciones y disolvió las protestas estudiantiles que durante semanas pusieron en jaque a muchas universidades del país con manifestaciones en contra de la guerra en Gaza.

¿Qué vota la comunidad judía?
Trump es consciente de que mediante un discurso de contraposición con las políticas demócratas puede atraer a la comunidad judía (que supone un 2% de la población estadounidense). Por ello, el magnate ha tratado de lanzar el mensaje durante esta campaña electoral de que “un judío no puede votar por los demócratas con todo lo que él ha hecho por Israel”; pero las preocupaciones del votante judío estadounidense no son únicamente el Estado de Israel.

Así lo reconoce Hernández Echevarría, que agrega que hay un sector importante de judíos jóvenes que critican las acciones del Gobierno israelí y que su actual primer ministro es muy impopular en esta comunidad: “Hay un relato de que la comunidad judía en Estados Unidos salvaguarda a Netanyahu y para nada, los mejores aliados del presidente israelí en Estados Unidos son los líderes conservadores, evangélicos blancos y la derecha religiosa. El 70% de los judíos estadounidenses creen en la solución de dos estados”.

Esto no quita que familias importantes como la de Sheldon Adelson inviertan mucho dinero en campañas republicanas, pero también hay un sector importante de esta comunidad abiertamente demócrata. Para Adam Dubin, profesor de Derecho Internacional en la Universidad Comillas ICADE, esta es una comunidad “muy influyente”. El lobby AIPAC (American Israel Public Affairs Committee) y otras organizaciones siempre han tenido un papel importante en las campañas. Así como grupos particulares y empresas del mundo de los negocios y Hollywood, esta última muy ligada a los demócratas y que ha participado de forma relevante a los más de 500 millones de dólares que la campaña de Harris ha recaudado en donaciones durante su primer mes.

“El perfil de esta comunidad es muy diverso, pero entre judíos progresistas criticar a Israel no es fácil. Se usa mucho la narrativa de que los judíos son víctimas históricas y que tienen que hacer lo que sea necesario para protegerse”, agrega Dubin, que reconoce que “en ciertos estados y ciudades tienen mucha influencia, como en Nueva York, donde se necesita el voto judío para ganar”. El profesor de Comillas ICADE explica que “aunque el voto árabe estadounidense es importante en estados clave, el dinero de los donantes judíos es igual o más” y que “tomar una posición demasiado pro árabe/musulmán crea también un riesgo de crear rechazo en votos de centro” que tengan dudas sobre qué votar. El equilibro de la campaña de Kamala Harris es un desafío para su equipo de comunicación política. Cuanto menos se moje en este aspecto en el tiempo que queda de campaña más podría aglutinar. Y esto es algo que Trump podría forzar en el debate de este martes.

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