EEUU “centroamericaniza” a Paraguay con sus sanciones anticorrupción
Las sanciones de EEUU al vicepresidente paraguayo, Hugo Velázquez, y al exmandatario Horacio Cartes dan cuenta de una ‘centroamericanización’ de la política exterior estadounidense respecto a Paraguay, sostuvo en conversación con Sputnik la analista Julieta Heduvan.
Las sanciones de EEUU a figuras “relevantes” de la política paraguaya “tienen mucha similitud con lo que ha pasado en los últimos años con Centroamérica”, explicó Heduvan a Sputnik sobre lo que considera un escenario de “centroamericanización” de la política exterior estadounidense hacia Paraguay.
La experta en relaciones internacionales afirma que hoy “esto está pasando solo en Paraguay” y que sus precedentes más cercanos son el Triángulo Norte —Guatemala, Honduras y El Salvador—, y casos en Panamá y Nicaragua.
Si bien en Centroamérica “esto viene de hace algunos años”, la persecución estadounidense a la corrupción en la región “fue escalando desde el 2018 hasta la actualidad”, mientras que en Paraguay “han habido algunas sanciones a personajes públicos, y a la vez no tan públicos, desde 2021”, sostiene Heduvan.
El pasado 26 de enero, el Gobierno de EEUU sancionó al vicepresidente paraguayo, Hugo Velázquez, y al exmandatario Horacio Cartes (2013-2018) por su “participación en esquemas de corrupción en Paraguay”, comunicó el embajador estadounidense en Asunción, Marc Ostfield.
Cartes es desde enero de este año el presidente del oficialista Partido Colorado (derecha), fuerza política a la que pertenece Velásquez y por la cual “iba a ser candidato a presidente en las elecciones de abril”, detalla la Heduvan. “Estas acciones punitivas que está teniendo EEUU en Paraguay, tienen un mayor impacto en la política local que lo que han tenido antes”, subrayó la analista.
El porqué de las sanciones
Heduvan reconoce lo extraño de la situación, dado que históricamente Paraguay ha sido un aliado importante de EEUU en la región. No obstante, la política exterior estadounidense en el país sudamericano está cambiando.
Según la experta, este cambio se produce por dos motivos. El principal es que “existe una escalada real del crimen organizado” en Paraguay, de corrupción “ligada a este ámbito de crimen transnacional, que ha permeado a todas las instituciones políticas prácticamente y que es una preocupación dentro del país y desde afuera”, lamentó.
El segundo motivo es electoral. “Esto no es un dato que podemos dejar de lado”, explica la analista, dado que las primeras sanciones a Cartes y Velásquez se produjeron en julio y agosto de 2022, a pocos meses de las internas de diciembre en el Partido Colorado para definir el candidato presidencial con vistas a las elecciones de 2023.
“Creo que había un interés de EEUU en pulir las listas del Partido Colorado”, opina Heduvan, y “tampoco podemos olvidar que la referencia que hace EEUU a estas personas de ‘significativamente corruptas'”, y que “guardan relación con organizaciones ilícitas, principalmente Hizbulá. Creo que ese es uno de los puntos principales”, advierte.
“A EEUU no le preocupa, en términos de corrupción, el qué sino el con quién llevas a cabo los actos de corrupción”, agregó la experta.
Sin embargo, la analista señal que es difícil entender “por qué EEUU sanciona en función de la política interna de los países, con actos de corrupción que no necesariamente repercuten en EEUU”.
Por un lado, “EEUU está sancionando directamente a estas personas que tienen relación con Hizbulá, que afecta directamente su seguridad”. Pero la otra dimensión refiere a la política doméstica “y tiene que ver con actos de corrupción internos”.
Arma de doble filo
Las sanciones tanto políticas como económicas de EEUU “son un arma de doble filo y pasa lo mismo en Centroamérica”, sostiene Heduvan.
“Muchas veces afectan a países donde sus ciudadanos tienen una percepción de que el propio Estado de derecho y la justicia de sus países no se puede hacer cargo de la corrupción y problemas como el narcotráfico, que toma dimensiones que ya no son tan fáciles de afrontar”, explicó.
Por ello, según la analista, parte de la sociedad ve con buenos ojos “esta intromisión de EEUU en los asuntos” internos. “El tema es que es un arma de doble filo porque no deberían estar esperando un salvador externo que solucione tus problemas y también es muy difícil ponerle un límite a estos tipos de intervenciones”, concluyó.