Sionismo: Perros, colonos y política de exterminio
Hace algunos años, en pleno período de ataques sistemáticos contra la Franja de Gaza que significó la muerte de al menos 2.500 palestinos: hombres, mujeres y niños sin distinción alguna con activa participación de grupos paramilitares conformados por ese sector de la sociedad israelí llamados colonos, instalados en un número de 650 mil en Cisjordania, rodeando a las principales ciudades, pueblos y aldeas de los territorios ocupados me preguntaba ¿Existe la posibilidad concreta, real, de establ
Pasado ya 8 años de aquella interrogante, la respuesta, sin más rodeos, en el actual marco de ocupación y bloqueo que sufren estos territorios, a manos de la entidad sionista hace imposible tener una respuesta positiva. ¡No! No es posible pensar en un Estado Palestino, a menos que ello signifique un cambio radical en el proceso de colonialismo, apartheid y la construcción de asentamientos, que se ha impulsado en Palestina por parte del régimen israelí desde el momento mismo que esta entidad nació el año 1948. No es posible pensar en un Estado palestino sin la desaparición, sin la completa eliminación del sionismo y de aquella política palestina entreguista y colaboracionista con el régimen nacionalsionista, como lo hemos visto en estos días en la reunión de coordinación de seguridad en territorio jordano entre miembros d ela Autoridad nacional palestina y del sionismo. La cumbre se lleva a cabo en la ciudad jordana, de Aqaba con la participación de Estados Unidos, Israel, Egipto, Jordania, y la Autoridad nacional Palestina. El encuentro tuvo como objeto eliminar a la Resistencia en la ocupada Cisjordania. Por otro lado, las facciones y movimientos palestinos reunidos en Gaza aseguraron que la participación de la ANP, es un crimen contra el pueblo palestino1.
La realidad de cientos de miles de extremistas israelíes asentado en Cisjordania, el colaboracionismo con el ocupante, el apoyo de potencias occidentales al régimen nacionalsionista son causas fundamentales, que hacen imposible avanzar, no sólo en un irreal acuerdo de paz entre palestinos y los ocupantes, sino en concretar el proceso de autodeterminación palestino. Es la ideología dominante en el régimen israelí, que permite y genera el bloqueo desde el año 2006 a la fecha de la Franja de Gaza y sobre todo la presencia de 650 mil colonos sionistas, profundamente extremistas, en los territorios del West Bank —la Cisjordania ocupada— Estos, mediante una política destinada a impedir la creación del Estado palestino ocupan tierras, tras la denominada Línea Verde establecida al finalizar la Guerra de Junio del año 1967. Sólo el año 2022 el régimen ocupante permitió la creación de 12 mil unidades habitacionales que año a año incrementa la presencia de grupos terroristas alentados por una política de subsidios habitacionales, de empleo y protección llevada a cabo por miles de tropas de asalto SS —soldados sionistas— del ejército del régimen nacionalsionista israelí.
Se incluye en esta ocupación, la presencia colonial en Al-Quds este —Jerusalén— junto a la construcción del Muro de la Vergüenza, que conforma una serie de bantustanes fragmentando el territorio, aislando a sus habitantes, dividiendo aldeas, pueblos y ciudades mediante una política de segregación y apartheid. Con una política de asesinatos masivos y selectivos, de la población y cuadros políticos y militares de la resistencia palestina. En el año 2022 el número de asesinatos se elevó sobre los 250 palestinos: hombres, mujeres e incluso niños menores de 5 años sin reacción alguna de la llamada comunidad internacional frente a este exterminio. La conducta criminal de Israel, condenada en innumerables oportunidades, con resoluciones emanadas del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU) de su Asamblea General y de otras instancias internacionales no sirven de nada. Para el nacionalsionismo, esas reprobaciones son simples papeles, verbalizaciones huecas. No le preocupa en modo alguno, pues sabe que no habrá declaraciones altisonantes y amenazantes de Washington llamando a bloquear, establecer sanciones económicas o impedir el viaje de las principales figuras políticas y militares del régimen israelí. Y, no ha habido, no existe y no habrá sanciones, pues el hijo putativo de las administraciones estadounidenses cumple la función de gendarme de la política exterior de Washington y los afanes hegemónicos de occidente en tierras de Asia Occidental, en una política de complicidad absoluta.
Los Perros de la Guerra
El proceso de ocupación y colonización en Palestina se agudiza y tiene escasos visos de solución, principalmente por la negativa israelí de cumplir sus obligaciones internacionales. En esto, tiene preponderancia, el poder de los colonos judíos asentados en tierras palestinas, que a través del peso político que poseen en la sociedad israelí y en el seno de los partidos ultraconservadores, al representar un poder bélico y racista que ha sido bien aprovechado por el ultranacionalismo sionista y como quedó comprobado en el ascenso, por sexta vez del corrupto y procesado primer ministro Benjamín Netanyahu, apoyando en esta ocasión por lo más extremo y fanático de una sociedad de por si extremista. Son estos colonos y el poder económico que poseen a través del apoyo del lobby sionista estadounidense, francés e inglés y las comunidades cristianas sionistas de Estados Unidos, catalizado con su fanatismo extremo, los que impiden cualquier avance en materia de negociaciones de paz permitiendo poner punto final a una ocupación y colonialismo que se extiende ya por 75 años.
Esta política colonial da el sustento político al régimen israelí, que año tras año radicaliza aún más sus posiciones y que visualiza, como única alternativa para lo que el mundo sionista denomina “la sobrevivencia judía” la conformación de un “Gran Israel”. Tal idea implica avanzar, cada día más, en la anexión de los asentamientos en Cisjordania, el bloqueo criminal contra la Franja de gaza – ambas zonas convertidas en los campos de concentración más grandes del mundo – No ha existido en el mundo, ni siquiera bajo el régimen nazi campos de concentración de las características que los israelíes han construido, para encerrar allí a la población palestina y proceder a exterminarla, paso a paso, en una especie de solución final estilo sionista. Esto, insisto, a contrapelo de cualquier condena internacional, gracias al poder de veto de su aliado estadounidense. Idea anexionista, que ha ido cobrando cada día más importancia y cuenta con voces defensoras e impulsoras en el seno del gobierno de Benjamín Netanyahu.
Tal es el caso del ministro de seguridad nacional del nuevo gobierno de Netanyahu, el colono extremista y considerado un radical dentro del mundo más extremo, Itamar Ben-Gvir quien defendió la iniciativa de ley para aplicar la pena de muerte a palestinos acusados de atacar a judíos israelíes, descalificando además, este Líder del supremacista partido de extrema derecha Otzma Yehudit (Poder Judío), las aprensiones dadas a conocer por Alemania señalando que ese país es el último que debería sermonear a Israel. Una propuesta encaminada, además, a consolidar la política de usurpación a pleno motor que lleva a cabo el régimen terrorista israelí.2
Tal amparo a la idea de incorporación de territorios palestinos sin vergüenza alguna a las leyes internacionales o a las supuestas advertencias de sus socios ha sido planteado por políticos como el ex primer ministro Neftalí Bennett, la ex ministra de Justicia Ayeled Shaked y el extremista de origen moldavo que ha ocupado las caretras de relaciones exteriores y de defensa, Avigdor Lieberman. A estos hay que adicionar a Israel Katz, de Inteligencia; Gilad Erdan, de Seguridad Pública, y Zeev Elkin, de Protección Ambiental, así como el ex vicecanciller Tzipi Hotovely y el ex alcalde de Jerusalén, Nir Barkat. Estos últimos miembros del Comité Central del partido gobernante Likud quienes han votado permanentemente por una resolución que pide “la anexión a Israel de todos los asentamientos en la Cisjordania”. El ex ministro de Ciencias Ofir Akunisas fue más explícito y declaró, en enero del año 2018 que “Dos Estados para dos pueblos es un concepto que ha desaparecido del mundo”3.
La resolución aprobada en el seno del Likud se distancia de cualquier compromiso que implique el permitir el establecimiento de un futuro Estado palestino. Esto deja al descubierto la historia de patrañas y falsedades tejidas por Israel en materia de negociar acuerdos de paz o establecer compromisos de reconocimiento, pero también la enorme debilidad e incluso la traición a los principios del pueblo palestino de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) incapaz de poner fin a la ignominia de los Acuerdos de Oslo. El objetivo israelí, claramente, ha sido siempre ganar tiempo para seguir estableciendo asentamientos en Cisjordania, para luego sostener que se hace imposible reconocer un Estado que cuenta en su seno con colonias habitadas por los hombres y mujeres considerados los más extremistas, dentro de una sociedad de por si violenta. Colonos que llevan el sello de criminales, partidarios de una solución final contra el pueblo palestino, racistas en esencia.
Colonos que se confunden con el ejército sin distinción precisa, pues muchos de esos colonos judíos extranjeros en suelo palestino son oficiales o miembros del ejército sionista. Colonos formados como milicias terroristas paramilitares, nacionalistas dotados de una religiosidad malsana, que aprovechan los beneficios de usurpar territorios que no les pertenece: subsidios en las viviendas, generosos aportes en dinero muy por encima de la media del resto de Israel. Ortodoxos, migrantes de países como Argentina, rusos, Estados Unidos, Francia, entre otros, atraídos por promesas económicas y un discurso mesiánico. Expresión de un pensamiento y práctica militarista de una sociedad violenta, que participa activamente de la ocupación de territorios, lo avala y apoya a los políticos que lo propugnan esta ocupación permanente que se mantiene con el pueblo palestino, pero también con la política agresiva que se mantiene con los vecinos, bajo el discurso apocalíptico mitificado respecto a “protegerse o desaparecer” un discurso además, que incentiva l mitomanía y la agresividad “Allí donde lleguen los judíos deberán convertirse en patrones, y hasta que no logremos el dominio absoluto, debemos considerarnos como exiliados y prisioneros; hasta que no nos hayamos apoderado de todo, no debemos cesar de gritar: ¡ay, qué tormento! ¡ay, qué humillación!» – Sanhedrín fol. 104, c.1) el victimismo crónico.
Los grupos extremistas sionistas y en especial el bloque de colonos, sus partidos y dirigentes juegan un papel principal en el desarrollo del conflicto, con su insaciable sed de violencia, con esa hambre de despojo y rapiña, que bajo el amparo de la ideología del sionismo les permite ampliar sus afanes de dominio. Una ideología que desprecia al ser humano, que minimiza el respeto a cualquiera que no sea parte de lo que su mito fundacional denomina “el pueblo elegido”. Una ideología, que sustentada igualmente en el Talmud llama a considerar a lo “no judíos” como animales, indignos de cualquier consideración de ser humano; bestias, basura, excremento son algunos de los suaves epítetos con que suelen ser calificados aquellos que no cuenta con la gracia de ser parte del “pueblo elegido” “Considera al Goy como un animal bestial y feroz, y trátalo como tal. Pon tu celo y tu ingenio en destruirle” —Tomo 3, libro 2, cap. 4, art. 5—.4
He sostenido en trabajos anteriores sobre la ocupación, el colonialismo y el papel paramilitar que desarrollan los colonos sionistas en Cisjordania5 que esos extranjeros ilegales eran denominados como “Perros de Guerra”. Terminología usada por Uri Avnery, ex miembro de la organización terrorista Irgún y actual activista por la paz, otrora parlamentario israelí, que al catalogar estos fanáticos y extremistas judíos como “Perros de Guerra” constata con ello el símil que existe entre la utilización de perros especialmente amaestrados para atacar al pueblo palestino, con estos colonos armados hasta los dientes, que se funden en su ferocidad con estos animales, que los hemos vuelto a ver en acción hace pocos días en Al Quds, en Al Jalil y otras aldeas palestinas contra mujeres y niños palestinos.
“Este tipo de perros terroríficos —afirma Avnery— no se veían desde El sabueso de los Baskerville. Han sido criados por un ardiente admirador del difunto “rabino” Meir Kahane, que fue calificado por el Tribunal Supremo israelí de fascista. Su tarea es proteger las colonias y atacar a los palestinos. Son colonos-perros, o más bien perros-colonos. Todas nuestras cadenas de televisión han informado de ellos con detalle alabando su efectividad y fervor” Lo medios de comunicación israelí catalogan a estos animales como “armas efectivas” para proteger la seguridad de los colonos y soldados. Argumento hipócrita y cómplice de los crímenes cometidos contra el pueblo palestino. En el ejército existe la llamada Unidad Oketz para atacar blancos selectivos.
Necesidad de eliminar al sionismo
Tanto el perro como el colono que sustenta el uso de estos animales son parte del mismo engranaje criminal. En las palabras de Uri Avnery: “cualquier tipo de paz entre Israel y el pueblo palestino estará basado necesariamente en ceder Cisjordania, Jerusalén Este y la Franja de Gaza al futuro Estado de Palestina. Actualmente existe un amplio consenso mundial al respecto. La única cuestión es por dónde discurrirá exactamente la frontera, puesto que también hay un consenso sobre intercambios menores de territorio mutuamente acordados. Esto significa que la paz implica necesariamente el desmantelamiento de un gran número de colonias y la evacuación de colonos a lo largo de Cisjordania”. Idea utópica pues mientras el sionismo sea la ideología dominante en la sociedad israelí, no hay posibilidad de marcha atrás en este proceso de colonización, crimen y racismo que soporta el pueblo palestino.
Avnery, así como otros intelectuales de creencia judía: Ilán Pappé, Norman Finkelstein y el valiente periodista Gideon Levy, defienden en sus escritos y conferencias, la idea que los colonos y sus aliados dominan el actual gobierno israelí y se oponen a entregar “siquiera una pulgada cuadrada de territorio del país que Dios nos prometió —incluso los colonos que no creen en Dios creen que Él nos prometió la tierra—. Por eso no hay negociaciones de paz, no hay congelamiento de la actividad inmobiliaria en las colonias, ningún movimiento de ninguna clase hacia la paz. Los colonos fueron a sus emplazamientos en Cisjordania específicamente para este propósito: crear “hechos sobre el terreno” que impidieran cualquier posibilidad de establecer un Estado palestino viable. Es inconsistente si son los colonos los que impiden devolver los territorios ocupados o si es el gobierno usa a los colonos para este propósito. Es lo mismo: los colonos bloquean cualquier intento de paz”.
La realidad de este año 2023 nos muestra que perros, colonos, ejército de ocupación sionista, políticos del Likud y partidos aliados extremos en el gobierno de Netanyahu se confunden en una amalgama perversa – exculpando a los perros, pobres animales del cual se hace un uso criminal – Entrenados para cumplir funciones de represión, aterrorizando al pueblo palestino en una práctica que hace recordar a aquellos perros adiestrados bajo el nazismo y utilizados profusamente en los campos de concentración donde se hacinaban gitanos, prisioneros políticos disidentes del nazismo, prisioneros de guerra de los países ocupados e incluso judíos, que parece no ser antecedente plausible de usar para detener el uso que se hace hoy de estos “perros de la guerra” en una proyección perversa y vomitiva.
¿Cómo alguien que se ha beneficiado en forma territorial y económica de los horrendos crímenes cometidos contra su pueblo, repite acciones y políticas que asimilan el nacionalsocialismo con esta creación nacionalsionista? Podría un defensor del sionismo responder esto sin apelar a los consabidos argumentos, que criticar esta ideología y su práctica violatoria de la vida palestina es pecar de antisemita o antijudío. Difícil debe resultar a un israelí con moral defender los crímenes de su régimen, difícil debe resultar a alguien con un mínimo de humanidad respaldar a quienes cometen crímenes contra el pueblo palestino bajo el marco de una ideología perversa.
Una ideología como la sionista, que ha asimilado fuertemente la manera de perpetrar los abusos y asesinatos que se realizaron, por ejemplo, contra europeos de creencia judía, a manos del nacionalsocialismo e incluso superar a su maestro en muchos ámbitos, pero no de tener una moral que les impida replicar estos crímenes contra la población palestina en los territorios ocupados. Crímenes donde los colonos, protegidos por un Ejército de ocupación y exterminio al estilo de las SS hitlerianas, violan la legislación internacional, ocupan cada pulgada de las más ricas y fértiles tierras palestinas, segregan a su población, la deportan y han decidido exterminarla a golpes de complicidad de organismos internacionales ciegos, sordos y mudos frente a las violaciones de los derechos humanos de millones de seres humanos cometidos por el sionismo. Ante ello la única política posible es la resistencia, que es hablar de entereza y dignidad. El único camino viable hacia la victoria ante los usurpadores y ocupantes israelíes. Resistencia política y militar, con aplicación de una política de boicot, desinversión e inversiones contra la entidad sionista, para aislarlos y convertirlos en parias internacionales.
Pablo Jofré Leal