Adiós a la reforma política en Colombia: la primera derrota del Gobierno de Gustavo Petro

 Adiós a la reforma política en Colombia: la primera derrota del Gobierno de Gustavo Petro

El pasado 23 de marzo se terminó hundiendo la reforma a la política que proponía el presidente Gustavo Petro, cuyo debate en el Congreso fue llevando a la inclusión de artículos polémicos que no fueron desestimados por el ejecutivo. Sputnik habló con la representante Jennifer Pedraza, que explicó esos puntos problemáticos.
La gran reforma con la que el Gobierno de Petro al frente de Colombia tuvo su primera derrota ante el Congreso fue la política, lo que demuestra una vez más lo difícil que es transformar el sistema político del país sudamericano por más de que se tengan las mayorías en el legislativo.
El jueves 23 de marzo, el propio mandatario fue quien desestimó la reforma con un tuit, a manera de estocada que hundió el articulado en el Congreso, en el que resaltó las principales críticas al proyecto de ley.
“Creo que en la reforma política no queda ningún tema progresista. Sin listas cerradas y cremalleras, que permitan la igualdad de curules para hombres y mujeres, y sin financiación estatal de las campañas, la reforma no aporta a un avance en la calidad de la política”, escribió Petro en su cuenta de Twitter.

Ese mismo día, el presidente del Senado y alfil del Gobierno, Roy Barreras, rompió el papel que contenía el proyecto en plena sesión de la Comisión Primera y le pidió al Gobierno que retirara formalmente la iniciativa como un acto simbólico en rechazo a lo que proponía.
“Yo le pido hoy al ministro del Interior que retire esta reforma, que ya no tiene absolutamente ningún sentido sin lista cerrada obligatoria. El Gobierno no se termina el próximo 20 de julio, quedan tres años para que hagamos la reforma que el país necesita”, manifestó el parlamentario.

Efectivamente, el ministro del Interior, Alfonso Prada, solicitó el retiro del proyecto y convocó a “un gran acuerdo político y nacional sobre lo que debe ser el contenido de una reforma política que nos permita volver al Congreso con un gran debate nacional”.

Más allá de un consenso en contra de los “adefesios” que traía esta reforma, que comenzaba su segundo ciclo de discusiones —debe ser aprobada en dos vueltas, cada una con cuatro debates—, para la representante en la Cámara del partido Dignidad, Jénnifer Pedraza, el Gobierno sabía de cada uno de esos puntos polémicos que se pretendían aprobar.
Estos puntos criticados quedaron en el articulado surgido de la conciliación que hubo a final de 2022, luego de haber sido aprobado el cuarto debate. Este proceso se realiza cuando los textos que salen de una cámara y otra tienen grandes diferencias, por lo que se debe acordar qué elementos de Cámara y Senado se mantienen o se eliminan en un único texto.
“La Cámara tumbó el artículo que permitía la reelección de los actuales congresistas, pero en el Senado se mantuvo vivo. Y en la conciliación dejaron lo del Senado, argumentando que con eso garantizan la paridad. Aquí todos sabemos que en una conciliación no se aprueba nada que el Gobierno no quiera que pase, esto aplica mucho más cuando es un proyecto de iniciativa del ejecutivo, como lo fue la reforma política”, aseguró Pedraza a Sputnik.

Lo bueno, lo malo y lo feo de la reforma
No todo son críticas. Jennifer Pedraza destaca de la reforma, tal cual fue radicada, la intención de promover la participación de los jóvenes —bajando la edad para aspirar a Senado de 30 años a 25 y a la Cámara de 25 años a 18)— y de las mujeres, a través de las listas cerradas, paritarias y cremallera (hombre-mujer-hombre o mujer-hombre-mujer).
“Que las listas cerradas sean obligatorias no creo que sea una buena alternativa para la democracia, pero crear unos incentivos para que sean cerradas y paritarias era bueno”, aduce Pedraza.

La congresista señaló que, apelando a incentivar la participación política de las mujeres, se incluyeron artículos polémicos que no respondían a ese propósito, como la posibilidad de reelección de representantes y congresistas.
“Eso se propuso en Cámara, luego se tumbó, pero en Senado lo mantuvieron vivo, argumentando que era la forma de garantizar la paridad. Proponían que las listas cerradas estuvieran encabezadas por los congresistas actuales”, apuntó.

Otro punto de la reforma que rechazó y que, según ella, venía incluido desde un principio, fue el de quitar la garantía que impedía a las fuerzas tradicionales y mayoritarias aliarse para presentar listas conjuntas y consolidar aún más su poder. Actualmente los partidos y movimientos que sumen hasta el 15% de los votos de una circunscripción pueden tener listas compartidas.
“Con eso se hubiera permitido que el Partido Liberal, Conservador y Cambio Radical, por ejemplo, que suman más del 15% de los votos de 2022, se juntaran para las próximas elecciones con una lista única al Senado. Desde ahí el proyecto traía su veneno”, recalca.
Pedraza rechazó también la propuesta de la reforma que permitía que un congresista llegara a ser ministro y pudiera retornar a su curul sin problemas; en otras palabras, usar la curul como puerta giratoria para llegar al Gobierno.
“En plenaria de Cámara uno de los ponentes les decía a los representantes: ‘usted será un gran ministro’. El Gobierno y la bancada defendieron esto como la posibilidad de realinear fuerzas, pero eso no es otra cosa que inducir la puerta giratoria”, criticó la representante.

Por último, a juicio de Pedraza, la reforma tampoco tenía pies y cabeza si no incluía herramientas para despolitizar el Consejo Nacional Electoral (CNE), actual rector en la materia.
“Hoy el CNE es un escampadero para los candidatos que se quemaron. Y quienes los eligen son los congresistas, que son amigos de estos. Cada partido tiene su cuota. Y así como funciona no puede garantizar la política electoral. Cualquier reforma que se presente en el futuro debe contemplar este tema”, concluyó.
Aunque al Gobierno de Petro le quedan más de tres años, tiempo suficiente para radicar de nuevo una reforma política, falta ver cómo sale librado el ejecutivo con las otras cuatro grandes reformas que están en trámite en estos momentos: salud, laboral, pensional y electoral.
Las tres primeras, mucho antes de su presentación al país, han generado más polémicas que consensos, por lo que podrían debilitar la gobernabilidad para el presidente Petro, especialmente en una época electoral como la que vive Colombia, que celebrará sus comicios regionales en 2023.

 

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