Colombia: “El ELN peca creyendo que para este proceso de paz tiene todo el tiempo del mundo”
El próximo lunes 13 de febrero se iniciará en México el segundo ciclo de negociaciones entre la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el Gobierno colombiano. Sputnik buscó a un experto para analizar lo que puede suceder en un proceso que, al menos, tomará un mes.
El nuevo ciclo de negociaciones entre el Gobierno de Colombia y el ELN que se iniciará a partir del 13 de febrero en México, uno de los garantes del proceso de paz, tiene dos puntos cuya discusión será prioritaria: el cese bilateral al fuego y la democratización de la paz.
“Veo que hay un buen ánimo, un buen ambiente de los dos lados. Eso sí, el ELN tiene claro que no va a correr. Así lo hizo saber hace unos días Antonio García, máximo jefe de esa guerrilla. Mientras que el presidente Gustavo Petro tiene en la mente el calendario electoral, es decir, que le quedan tres años y medio de administración, la gente del ELN piensa otra cosa. Y eso me preocupa, que las expectativas de temporalidad son muy diferentes”, le dice a Sputnik Mauricio Jaramillo, profesor de la Universidad del Rosario y doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Toulouse.
Pero el factor tiempo puede ser contraproducente para el ELN, sobre todo si en 2026, en las elecciones presidenciales, la derecha colombiana llega de nuevo al poder. “Desde siempre la derecha ha dicho que para tener un proceso de paz con cualquier grupo se debe partir de la desmovilización, de abandonar lo que ellos entienden como terrorismo. Entonces el tiempo juega en contra”, agrega Jaramillo.
Igualmente, el profesor valora el despliegue que ha hecho el Gobierno de Gustavo Petro, la voluntad que ha tenido para ponerle fin a este conflicto y la gran oportunidad de contar con actores internacionales importantes como Venezuela, México, Chile, ahora Brasil, España, la ONU, Noruega y Cuba.
“A Lula da Silva [presidente de Brasil] le interesa la paz; a Gabriel Boric [presidente de Chile], también; a López Obrador [presidente de México], ni se diga. Entonces no se puede cometer el error de desaprovechar esta oportunidad y que una vez más se desvalorice la paz”.
Esto último, la desvalorización de la paz, la tuvo que sufrir Juan Manuel Santos (2010-2018) cuando, en su intento por llegar a un acuerdo con la hoy extinta guerrilla de las FARC, tuvo que convencer a un país entero de que se iba a sentar de nuevo con quienes, años atrás, habían dejado plantado a Andrés Pastrana (1998-2002).
“Santos necesitó seis años para poder alcanzar la paz con las FARC. Eso significa un periodo y medio completo. Mantener la moral de este tipo de procesos no es sencillo, por lo que creo que hay un error por parte del ELN, que peca creyendo que tiene todo el tiempo del mundo”.
Puntos claves en México
El primer punto será el cese bilateral al fuego, algo importante en la agenda presidencial. Así lo hablaron las partes en enero pasado cuando, de manera extraordinaria, se sentaron para calmar los ánimos luego de que Petro hubiera declarado, el 31 diciembre de 2022, una tregua sin contar con el aval de esta guerrilla, algo que para el ELN fue arbitrario.
“El Gobierno tiene que mostrar resultados. Eso es algo normal porque de una forma y otra legitima el proceso que se está llevando a cabo. Y esa es la mejor manera de protegerlo, de blindarlo, de decir que ya se están consiguiendo resultados”, agrega Jaramillo.
“En cuanto al cese [al fuego], no será sencillo porque desde siempre el ELN ha desconfiado del Estado colombiano. Históricamente se sabe que un alto a las hostilidades no es garantía para que una de las partes saque ventaja. Esto lo digo porque ya ha pasado antes. Y ahí es que se vuelven vulnerables los procesos de paz”, apunta.
Otro aspecto son los principios de participación de la sociedad en la construcción de paz, es decir, democratizar la paz.
El ELN ha hecho énfasis en que no tiene interés en que se les otorguen curules en el Congreso en un futuro, ni siquiera en hacer la transición hacia un partido político, tal cual sucedió con las extintas FARC.
Ellos hablan de los modelos de participación en la periferia, abandonada por el Estado, de que las comunidades tengan voz y voto en temas tan importantes como las ganancias de lo que se extrae en los subsuelos.
“En ese orden de ideas, el ELN es más ambicioso de lo que fueron las FARC. Recrear el sentido de la democracia local en Colombia no es fácil. Esta guerrilla busca una democratización desde abajo, desde los territorios, acciones afirmativas del Estado en pro de la participación. Eso es la paz para ellos”, afirma Jaramillo.
Esa quimera, por así decirlo, viene acompañada de entender que la paz no es solo dejar las armas, que hay problemas sociales de fondo que perdurarán más allá.
“La paz son condiciones de dignidad para la sociedad. Son vías terciarias, que los niños puedan ir a las escuelas, que el dinero del petróleo y el gas no se lo lleven como si nada las multinacionales”, dice.
“El ELN no se va a dejar endulzar con puestos en el Congreso. ¡No! Quieren que la sociedad civil se involucre cuanto antes, de una manera activa, eficiente, con soluciones reales”, agrega Jaramillo.
Personas cercanas al grupo negociador le confirmaron a Sputnik que los acuerdos que vayan saliendo de la mesa se implementarán de manera inmediata, una condición del Gobierno en su apuesta de Paz Total, el proyecto bandera con el que el presidente Petro quiere acabar con el conflicto armado interno a través de negociaciones con todo tipo de actores (bandas delincuenciales, disidencias de guerrillas, entre otros).
“Será complicado terminar este proceso en tres años y medio. A lo sumo habrá acuerdos parciales. He ahí la importancia para Petro de que el Pacto Histórico amarre a su próximo candidato a la presidencia a esta idea de la paz, para darle continuidad a lo que él está comenzando”, concluye Jaramillo.
El país lleva más de medio siglo de conflicto armado, durante el cual han muerto más de 450.000 personas y millones de desplazados en todo el territorio. En 2016, el Gobierno firmó un acuerdo con la extinta guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), pero continúan operando el ELN y grupos paramilitares y de narcotráfico.
Luego del acuerdo de paz con las FARC de 2016, el Gobierno colombiano ha buscado emular el proceso con el ELN. Si bien se iniciaron los diálogos, estos fueron suspendidos en 2019 por el entonces presidente Iván Duque (2018-2022), luego del atentado con carro bomba del ELN contra la sede de la Escuela de Cadetes de la Policía General Francisco de Paula Santander.
Tras la asunción de Gustavo Petro, el primer ciclo de negociaciones entre el Gobierno de Colombia y el ELN se realizó en Venezuela entre el 21 de noviembre y el 12 de diciembre de 2022, durante el cual se institucionalizó la Mesa de Diálogos de Paz y se realizaron ajustes a la agenda de negociación establecida en 2016.