¿Cómo se elige al presidente de los Estados Unidos? Todas las claves del sistema presidencialista

 ¿Cómo se elige al presidente de los Estados Unidos? Todas las claves del sistema presidencialista

El próximo 5 de noviembre los ciudadanos de Estados Unidos votarán en las elecciones al próximo presidente del país: la vicepresidenta Kamala Harris o el expresidente Donald Trump. Al contrario que en España, donde el presidente es elegido por el Congreso de los Diputados electo en los comicios, el proceso electoral estadounidense se basa en el sistema presidencialista, que tiene sus propias particularidades.

La más básica de ella es que los ciudadanos eligen directamente al presidente en un proceso independiente al de la elección de representantes y senadores, pero hay muchas otras, como la elección de candidatos, la designación del presidente o el sistema de votación.

El proceso electoral comienza meses antes con los caucus
En realidad, los procesos electorales en Estados Unidos, un país donde democracia y tradición van de la mano, comienzan mucho antes del día de la votación, durando casi dos años. El ciclo electoral comienza en la primavera del año anterior a la elección, donde todos los ciudadanos que quieran postularse a la presidencia deben registrar su candidatura en la Comisión Federal Electoral.

Algunos meses después, durante el verano, comienzan los debates en el seno de cada partido en cada Estado, en las asambleas políticas o caucus de cada partido. Entre enero y junio del año electoral, los caucus de cada partido resuelven en asamblea su candidato preferido, que normalmente es ratificado durante el verano por la Convención Nacional de su partido. El candidato presidencial anuncia entonces a su candidato a presidente, su ‘compañero de papeleta’ en las elecciones.

Cada Estado elige el sentido del voto de sus delegados
Tras algunos meses de debates, mitines y actos de campaña, llega el día de las elecciones, que a diferencia de España, son un día fijo: el primer martes después del primer lunes de noviembre, una norma que tiene sus raíces en la historia de Estados Unidos.

 

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Cada estado organiza sus elecciones: en todos ellos es posible votar presencialmente, mientras que algunos de ellos habilitan el voto por correo y voto anticipado. En las elecciones presidenciales, no están eligiendo sus representantes en el Congreso, sino el apoyo a un candidato presidencial a través de sus delegados electorales.

¿Qué significa esto? Cada estado tiene un número de delegados electorales, y todos ellos deberán apoyar en el Colegio Electoral (que se forma con los delegados de todos los estados meses después de las elecciones) al candidato que más votos haya obtenido en su estado. Los votos de estos delegados no se reparten: si en un estado ha ganado un candidato, aunque sea por un único voto, todos sus delegados electorales respaldan a ese candidato: es el sistema winner-takes-all. El número de delegados de cada estado se asigna en función de la población de cada territorio.

Aunque informalmente los medios proclaman un ganador durante la noche electoral, haciendo proyecciones para saber que candidato ha conseguido más delegados electorales, el proceso legal se prolonga meses después de las elecciones.

El Colegio Electoral elige al presidente en función de lo decidido por los ciudadanos
Cuando todos los Estados han hecho sus recuentos y validado sus resultados, los delegados electorales, un total de 538, se reúnen en una sesión conjunta de Congreso y Senado en el Capitolio, en Washington D.C.: el Colegio Electoral. Allí, cada estado otorga sus delegados al candidato más votado en su territorio. El candidato con más delegados (la mayoría de 270) es proclamado presidente electo, y toma posesión de su cargo el próximo 20 de enero.

Como el Colegio Electoral es un órgano designado por el pueblo estadounidense con un único fin, se puede decir que la ciudadanía elige directamente al presidente, si bien este no tiene por qué ser el que más votos tenga, sino el que más delegados electorales haya obtenido.

Se trata de un sistema diametralmente opuesto al que tenemos en España, donde debe ser una mayoría de diputados electos (en unos comicios regidos por la proporcionalidad) quienes elijan al presidente. En esa investidura, los partidos pueden apoyar a uno u otro candidato en función de pactos, y no en base a lo explícitamente expresado por la ciudadanía, aunque actúan en su representación.

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