El niño baleado en un tiroteo de Guaymallén recibió el alta pero pasará meses sin ir a la escuela

 El niño baleado en un tiroteo de Guaymallén recibió el alta pero pasará meses sin ir a la escuela

La historia del menor herido el domingo por la tarde en una plaza de Bermejo revela la frágil condición de algunas infancias en Mendoza. Alicia, la mamá de la víctima, traza en esta nota un doloroso retrato de la forma en que viven los niños en los barrios periféricos de la provincia.

Alicia Yacanto acababa de poner el agua para el mate cuando escuchó que venían niños corriendo por la vereda del domingo. “Le pegaron a su hijo, Doña”, decían. Salió y vio a su nene de 12 años que doblaba a duras penas por la esquina; ayudado por dos vecinos, sangrando por delante y por detrás. Le habían pegado un tiro durante un enfrentamiento entre bandas en el barrio Fuerza y Progreso, de Bermejo (Guaymallén).

“Quince minutos antes, él me había dicho ‘ya vengo, ma, voy a jugar a la pelota a la placita’. Yo le respondí que fuera sólo un rato, porque me da miedo que ande por la calle. Y esa placita donde él va es la única cancha de fútbol que tienen los chicos de por acá. Ni siquiera hay arcos, pero ellos se organizan y juegan a eso, a las figuritas o a las bolitas. Es a una cuadra de la casa”, relata Alicia en diálogo con UNO.

Alicia Yacanto, mamá del niño baleado en Bermejo. 

Alicia Yacanto, mamá del niño baleado en Bermejo.

Pasó menos de media hora desde aquel saludo del hijo: la mujer -que como era domingo por la tarde estaba reunida con familiares- escuchó los gritos, salió y vio a su nene ensangrentado (se reserva el nombre para proteger su identidad).

“Agarré un trapo y como pude lo apreté por la espalda y por el pecho, porque vi que perdía sangre”, recuerda Alicia. “Y me dije: no esperemos a la ambulancia, llevémoslo nosotros al hospital”.

“Mamá, no llorés”
La madre cuenta que cuando su niño la vio salir de casa desesperada, herido y todo le pidió que no llorara.

“Me acerqué corriendo a él. Lo apretaba para que no siguiera perdiendo sangre. Y así juntos nos subimos al auto de mi sobrino”, recapitula Alicia.

“Mamá, no llorés”, cuenta ella que le repetía el nene. Pero cada tanto el menor herido perdía el conocimiento. Al llegar al Notti, los médicos actuaron velozmente y lo salvaron.

Luego se supo que la bala había ingresado por arriba del omóplato y había salido por el brazo, llevándose en el trayecto una porción del hueso y dejando esquirlas dentro del cuerpo del niño. Trozos de metal que no han podido ser quitados a pesar de la intervención quirúrgica a la que fue sometido el pequeño.

“Él va a tener que pasar varios meses sin ir a la escuela, hasta que se le suelde ese hueso”, retoma la madre.

Una postal del barrio Fuerza y Progreso, de Bermejo (Guaymallén).

Una postal del barrio Fuerza y Progreso, de Bermejo (Guaymallén).

Foto: Diario UNO
“Vinieron familiares de los que dispararon a decirme que fue sin querer (…). Pero hoy es mi hijo y mañana puede ser cualquier otro…”

Y agrega: “Ahora vienen familiares de los que dispararon a decirme que fue sin querer. Pero, ¿cómo van a disparar en un lugar donde todos los días hay chicos jugando a las figuritas o a la pelota? Hoy le toca a mi hijo, mañana le va a tocar a otro. Acá la mayoría tiene fierros, y los usa por discusiones mínimas porque muchos están drogados y no existe ningún control. Esto así no termina más”.

“Los niños viven encerrados”
¿Cómo es ser niño en un barrio popular del Gran Mendoza? Se trata de una pregunta muy amplia. Pero Alicia, que ha criado a tres hijos, ofrece su respuesta tentativa.

“Vivo acá hace 3 años y noto que, al menos en este barrio, los niños viven encerrados. No pueden salir con una patineta, ni una bicicleta, ni una mochila. Se las roban. Yo misma tengo que acompañar e ir a buscar a mi hijo todos los días a la escuela”, admite.

El 24 de abril, Alicia y su niño tienen turno en el hospital público. Ahí les dirán si hay que operar al nene nuevamente. Mientras, las maestras de la escuela ya se contactaron para ver cómo continuará el ciclo lectivo del pibe.

“Mi hijo saca muy buenas notas. Y si Dios quiere, este año pasará a la secundaria”, dice ella con orgullo.

Alicia tiene un quiosco y vive de eso: no sabe si reunirá energías para abrirlo de nuevo. Su hijo todavía está herido. Ella le controla la fiebre y en eso se centrará su universo esta semana y las que vienen. Es una madre más. Única y tal vez similar a millones.

Alicia, del barrio Fuerza y Progreso. Alicia en la provincia del sol y del buen vino. Alicia en el País de las Maravillas.

Otra esquina del barrio donde vive el niño.

Otra esquina del barrio donde vive el niño.

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