El S-81 flota y navega: el costoso submarino español entra en la élite tras superar años de fracasos
El ingenio está fabricado íntegramente en España, presume de ser el sumergible convencional más avanzado del mundo y está superando las pruebas de inmersión. Su tecnología de generación de energía eléctrica y renovación del aire es única, si bien no se instalará de inicio. Los expertos recuerdan los errores iniciales y el sobrecoste del proyecto.
A finales de marzo, el submarino de la Armada Española S-81 Isaac Peral, cuyo nombre rinde homenaje al ingeniero y militar español que en 1888 botó un sumergible eléctrico torpedero de su invención, concluyó con éxito en la base naval de Cartagena (provincia de Murcia) su primera prueba de inmersión estática, luego de superar diversos requisitos de navegación en superficie.
En palabras de Ricardo Domínguez, presidente de Navantia, el consorcio público español de construcción naval, militar y civil que ha acometido su desarrollo, este submarino representa “el mayor desafío que ha afrontado nunca la industria española”. No en vano, con su entrada en pruebas, España pasa a formar parte del selecto grupo de países capaces de diseñar y construir sus propios submarinos con proyectos y tecnologías nacionales. Además, el nuevo sumergible presenta unas características que lo sitúan al frente de la élite de este tipo de naves no nucleares.
Con una eslora de 81 metros y un diámetro de 7,30 m, el S-81 Isaac Peral desplaza en inmersión unas 3.000 toneladas y algo menos en superficie (2.695). Alcanza una velocidad de 19 nudos y puede sumergirse hasta más de 300 m de profundidad. Está altamente automatizado, por lo que su tripulación es muy reducida (32 marinos, aunque cuenta con ocho plazas adicionales). Muy maniobrable a baja velocidad, su huella acústica es muy reducida. Va armado con torpedos, misiles y minas.
¿Qué lo hace único?
El S-81 está dotado de un sistema de combate y control de plataforma creado por Navantia Sistemas en colaboración con Lockheed Martin, que le otorga la capacidad de lanzar desde sus seis tubos lanzatorpedos no solo torpedos, tal y como era de esperar, sino también misiles tácticos de ataque a objetivos terrestres y navales, lo cual es una tarea impropia entre los submarinos convencionales similares de los países de la OTAN.
Pero el hecho realmente diferencial es su revolucionario sistema de propulsión anaeróbico independiente del aire (AIP por sus siglas en inglés). Denominado BEST (Bio-Ethanol Stealth Technology), es muy sigiloso en inmersión y ha sido desarrollado por Navantia en colaboración con las también españolas Abengoa y Técnicas Reunidas. A diferencia de la mayoría de submarinos, este sistema es alimentado por hidrógeno (que se genera a partir del bioetanol) y oxígeno. El BEST genera así suficiente energía eléctrica para navegar sumergido durante tres semanas, sin salir a la superficie.
➡️ El submarino S-81 ‘Isaac Peral’ ha superado con éxito su primera inmersión estática.
En vídeo, las imágenes de la maniobra realizada en la estación naval de La Algameca.#S81 pic.twitter.com/0mdKtwXKWq
— Navantia (@NavantiaOficial) March 31, 2023
Sin embargo, este novísimo sistema no irá montado de inicio en el S-81, sino solo en el S-83 y S-84, la tercera y cuarta unidad previstas de la clase S-80. “Las unidades que llevan el sistema de generación eléctrica independientemente del aire, que es el que permite generar electricidad y aire sin necesidad de salir a la superficie, solo lo van a llevar de inicio el S-83 y el S-84”, recuerda a Sputnik Juan Antonio Aguilar, director del portal de análisis estratégico y militar Geoestrategia.es. De este modo, el S-81 y el S-82 incorporarán el sistema AIP BEST en su primera gran inmovilización, cuando ambas naves sean reacondicionadas.
Una travesía larga y costosa
El submarino S-81 Isaac Peral pertenece a la clase S-80 pensada para sustituir a los submarinos S-70 de la Armada Española (más pequeños y fabricados en los años 80 del siglo pasado) y también para su exportación. Constatada tal necesidad ya en los años 90, en 2003 se acometió el diseño del proyecto y en 2005 comenzó la construcción.
El Ministerio de Defensa decidió invertir 2.132 millones de euros para construir cuatro sumergibles de la nueva clase S-80. Hubo retrasos constantes y en 2013 se detectó un error fatal en el diseño que ponía en riesgo el proyecto: si se botaba, el submarino probablemente se hundiría sin posibilidad de regresar a la superficie por un problema de sobrepeso al sobrarle unas 100 toneladas. En otras palabras, no flotaba. El problema se resolvió alargando su eslora casi 10 metros. Pero entonces surgió otra dificultad: no cabía en los puntos de atraque de su base naval en Cartagena, por lo que hubo que dragar las fosas en los muelles y agrandarlas, al margen de otras modificaciones.
De resultas, el presupuesto final se cifró en 3.907 millones de euros, casi el doble de lo inicialmente presupuestado. O lo que es lo mismo: cada submarino de la clase S-80 cuesta casi 1.000 millones. Carísimos. “La honradez recompensada, siempre en España”, comenta con sorna Aguilar. Las demoras, también propiciadas por la pandemia, han venido provocando el constante incumplimiento de los plazos a lo largo de casi 20 años.
Un buen submarino
“El S-81 es la versión rediseñada del S-80 inicial, que fue un fracaso absoluto. Como la clase S-80 era un diseño de 2003, pues han tenido que remozarla un poco en el S-81 y con el S-82 harán igual. Digamos que estas dos primeras unidades son el proyecto S-80 de toda la vida”, explica Juan A. Aguilar, que en conclusión añade que las versiones verdaderamente modernizadas corresponderán a la tercera y cuarta unidad, el S-83 y S-84, que se entregarán en los próximos años.
“El submarino es bueno. Lo que pasa es que todo el proyecto fue una chapuza y donde todos metieron mano. El proyecto inicial ha sufrido modificaciones porque ya han pasado 20 años. Y el presupuesto pasó de 2.000 a casi 4.000 millones de euros”.
Juan A. Aguilar
Director de Geoestrategia.es