Eligen candidata a reina de belleza en Argentina sin haber visto una sola imagen de ella

 Eligen candidata a reina de belleza en Argentina sin haber visto una sola imagen de ella

En una decisión histórica, un municipio rechazó que su representante para una emblemática fiesta nacional fuera elegida por su aspecto físico. La polémica abrió una causa judicial que escaló hasta el máximo tribunal provincial. La fuerza de la tradición versus el cambio de época.
Tras una disputa plagada de controversia, el departamento de Guaymallén, en la provincia de Mendoza (oeste), eligió a su tradicional Reina de la Vendimia con una particularidad: no se conoció el rostro de ninguna de las participantes. La resolución, que desobedeció a un fallo de la Corte Suprema de Justicia local, fue criticada y celebrada en partes iguales.
La Fiesta Nacional de la Vendimia es una emblemática conmemoración llevada a cabo anualmente en la vitivinícola provincia de Mendoza desde 1936, que celebra el fin de la cosecha de vino. Cada uno de los 18 municipios envía a su representante para la elección desarrollada en la capital.
El evento es reconocido a nivel global: según National Geographic, se trata de la segunda celebración de cosecha más importante del mundo, a la altura de sucesos latinoamericanos tales como los carnavales de Río de Janeiro.

En 2021, oyendo las críticas surgidas desde movimientos feministas, el Concejo Deliberante de Guaymallén prohibió la organización local del certamen. Amparadas por las voces indignadas por la decisión, ex reinas de la Vendimia acudieron a la Justicia para revertir la resolución. En enero de este año la Corte Suprema de Justicia de Mendoza falló en contra de la ordenanza municipal, restableciendo el certamen.
Sin embargo, el municipio se las rebuscó para acatar el fallo sin renunciar a sus convicciones: determinó que la selección de la representante local sería a ciegas, sin contemplar imágenes de las concursantes. En un comunicado, el departamento destacó: “La elección de la representante departamental no estará condicionada por rasgos estéticos ni físicos”.
Bajo esta modalidad, el 10 de febrero fue electa Natalia Mercery, de 35 años y madre de tres niños, quien representará a la localidad en la edición que tendrá lugar entre el 3 y el 6 de marzo.

¿Tradición o violencia?
“Es fundamental que deje de juzgarse a las chicas por su aspecto físico y se evalúe su compromiso con la sociedad y el aporte comunitario. Estoy muy contenta”, dice Natalia en diálogo con Sputnik.
La flamante representante destaca la ruptura que supone su selección, en contraste con las jóvenes usualmente electas, quienes apenas superan la mayoría de edad: “Apenas salió mi imagen en redes, la gente empezó a criticarme: porque soy mamá, porque tengo 35 años. Con el sistema anterior nadie me hubiese votado”, sostiene.
Sin embargo, la resolución de Guaymallén despertó infinidad de críticas. “Esto atenta contra la tradición: no respetan el patrimonio histórico de la fiesta de la Vendimia”, dice a Sputnik Jésica Tolin, ex reina de la Vendimia.
“Me parece fantástico revisar algunos aspectos, pero esto forma parte fundamental de nuestra identidad cultural. Acá parece que buscan abolir la festividad”, afirma Tolin.

La decisión municipal fue celebrada por organismos de defensa de las mujeres: “El municipio eligió premiar otras aptitudes en lugar de la belleza, porque el fallo judicial era retardatario con respecto a los derechos”, sostiene Perla Prigoshin, responsable de la Comisión de Acciones para la Elaboración de Sanciones de Violencia de Género (Consavig) e impulsora de la iniciativa Ciudades sin Reinas.
“La figura de la reina sigue centrada en la belleza y no amplía derechos. Solo reproduce la violencia simbólica: se elige a las mujeres bellas según parámetros culturales”, remarca Prigoshin.
“Entiendo que es un tema sensible. Pero cuando las tradiciones no incluyen a todos, son pocas las personas que quieren participar”, apunta Mercery.
“Estas tradiciones pueden ser peligrosas porque juzgan aspectos que no deben ser criticados. Las mujeres podemos dar voz sin que se nos juzgue por la edad o por ser madres”, sostiene Natalia.
Sentar el precedente
A diferencia de los certámenes anteriores, en esta ocasión las 113 aspirantes a representar rindieron un examen que incluía una parte teórica y otra referida a sus proyectos personales. El municipio publicó que el objetivo era conocerlas “a través de sus deseos de representar a Guaymallén y de los aspectos que pusieron en valor como parte de sus historias de vida”.
Para Mercery, este cambio es crucial: “Cuando conocí la metodología nueva me ilusioné con mis probabilidades, porque con el método tradicional no tenía chance. Estaría bueno modificar el concepto: hay que premiar las cosas importantes, no solo la belleza física. Estoy feliz de tener este espacio para hacerles cambiar la mentalidad a estas personas”, afirma la ganadora.
Según Prigoshin, la justificación que sustenta a la iniciativa es el criterio de igualdad: “La belleza no es un valor, y nadie debería ser premiado por eso. No es equitativo debido a los estereotipos de belleza vigentes, que no son naturales”.

Jesica Tolin difiere en este punto: “Si bien siempre se habla de estereotipos de belleza, esta es subjetiva. Hay tantos conceptos de belleza como personas en el mundo”, afirma la exreina.
De todos modos, este no es un concurso de belleza: acá hay que probar habilidades sociales. “La reina no es una muñeca de torta puesta como decoración”, agrega.
La exreina es palabra autorizada en la materia: además de haber ganado el certamen en una oportunidad, es psicóloga especializada en sexualidad y género.
Bajo su perspectiva, señala que este sistema de elección adoptado por Guaymallen es la invisibilización de la mujer: “Tapar su rostro es como ponerle un velo, demonizando su cuerpo”.
“Esconder el físico de las mujeres es violento. Cada una puede hacer lo que quiera con su cuerpo”, dice Tolin.
“En verdad sí hay un concepto de belleza hegemónico: la gente suele criticar y agredir con comentarios desagradables a las mujeres que no les parecen lindas”, advierte Mercery.

Prigoshin remarca que los concursos tradicionales cosifican a las mujeres: “Refuerzan la idea de salir al mundo sin otro bagaje que la belleza”.
“Esto se enmarca en los cambios de los últimos años en Argentina, que ha hecho punta en la histórica lucha de las mujeres”, afirma la investigadora.
La experta considera que, partiendo de la distancia que las separa, existe un vínculo directo entre la violencia vertida en competencias de este tipo y la que decanta en crímenes de género.
“Hay que visibilizar que uno no puede horrorizarse por los femicidios, como si escaparan a la sociedad, cuando ellos están vinculados a la violencia simbólica legitimada por estos concursos”, dice Prigoshin.

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