Israel está atrapado en la guerra y sus consecuencias

 Israel está atrapado en la guerra y sus consecuencias

Aunque Netanyahu sigue utilizando el término “victoria completa” y los líderes de la ocupación elogian sus éxitos en varias partes de la Franja de Gaza, la realidad revela un panorama diferente en el campo de batalla.

Las pérdidas israelíes en todas las zonas de su presencia muestran que el régimen todavía está lejos de imponer su control sobre la Franja de Gaza.

A pesar de que EE.UU. ofrece un pleno apoyo a esta guerra, su inteligencia confirma que las tropas de la ocupación israelíes siguen estancadas en Gaza y no están logrando los objetivos que se fijó para esta guerra.

Perder el equilibrio
No hay duda de que Israel perdió su desequilibrio militar en la operación Tormenta de Al-Aqsa, ya que este régimen recibió duros golpes de un movimiento con recursos limitados y que sufría un asedio en un área geográfica limitada.

La magnitud y la calidad de las pérdidas sufridas por la ocupación tuvieron un efecto de conmoción en todos los sectores de su entidad, lo que llevó a la formación de un deseo desenfrenado y abrumador de vengar la dignidad nacional, que se tradujo en declaraciones cargadas de desprecio y amenazas a todo lo palestino, así como crímenes que equivalían a una limpieza étnica.

El genocidio en Gaza llevó a Israel a ser condenado en la Corte Internacional de Justicia, después de que Washington le proporcionara una valla de seguridad en el Consejo de Seguridad de la ONU.

No obstante, esto no disminuye el papel de los extremistas en el gabinete de Netanyahu, que han pedido desplazamientos excesivos y ataques contra civiles e instituciones palestinas, como hospitales y escuelas.

Israel se vio libre de cualquier obligación legal o moral en una guerra en la que consideraba defender su existencia y no una guerra defensiva u ofensiva normal, y en ello le ayudó el apoyo ilimitado de Estados Unidos Washington se ha opuesto cuatro veces a cualquier resolución que pida un cese total de la guerra, además de no ejercer ninguna presión real sobre Israel para que detenga las horribles masacres contra civiles, o afrontar la guerra de hambre contra los palestinos.

Por lo tanto, se puede decir que los objetivos de eliminar a HAMAS y liberar a los prisioneros por la fuerza no es realista. Este alegato no tiene cabida en el pensamiento político ni en los planes de guerra, ya que porque es imposible eliminar un movimiento que tiene raíces históricas y reales y se extiende interna e internacionalmente más allá de Palestina.

Sin duda, el fracaso de Israel en lograr sus objetivos se debe en parte a su incapacidad para estimar el tamaño del poder de HAMAS y sus túneles fortificados, la incapacidad de la tecnología para descubrirlos y su dependencia forzada del elemento humano para lograr este objetivo. Como dijeron fuentes de inteligencia estadounidenses, la ocupación solamente logró desmantelar un tercio de estos túneles que tienen más de 500 kilómetros de largo.

El curso de la guerra indica que el ejército de ocupación hasta el momento no ha podido lograr una victoria que le permita entrar en un acuerdo político que logre sus objetivos. Pero, es probable que con una oposición efectiva que logre echar a Netanyahu del poder, y aprenda lecciones en aras de evitar una derrota estratégica para la entidad, se alcance un acuerdo de alto el fuego, que podría conducir a un cese permanente de la guerra en el futuro.

¡Después de HAMAS!
Existe un gran dilema al que se enfrenta Israel, incluso después de Netanyahu, que es el plan para el “día siguiente”. Estados Unidos e Israel buscan permitir que la Autoridad Palestina administre la Franja de Gaza y la Cisjordania ocupada.

Esto requiere que HAMAS esté en un estado tan debilitado que no pueda impedir la expansión del dominio de la Autoridad Nacional Palestina en Gaza. Eso parece poco realista, porque Israel no ha logrado acabar con HAMAS ni debilitarlo, mientras sus militantes continúan operando en el norte y el sur, con presencia total en Rafah.

Se sabe que el objetivo más importante de la visión de mañana de aceptar la administración de un Estado palestino sobre Gaza es facilitar el proceso de normalización con el mundo árabe, un logro que salvará a Biden de una caída en su popularidad, y eleva su credibilidad en comparación con su oponente Trump en las elecciones presidenciales estadounidenses que tendrán lugar este año.

Ecuación cero
Los acontecimientos en el campo de batalla y el fracaso del régimen de Tel Aviv a la hora de distorsionar la imagen de HAMAS y de la Resistencia en Gaza confirman que el conflicto se encamina hacia una ecuación de suma cero que excluye cualquier posibilidad de alcanzar un acuerdo político o de convivencia entre ambas partes.

Israel no quiere aceptar ninguna entidad palestina, lo que hace que los planes estadounidenses para resolver el conflicto sean inaplicables, aunque no tienen ningún valor político real.

Incluso con la salida de Netanyahu del poder, las líneas generales acordadas por los partidos israelíes a menudo privan al pueblo palestino de su derecho a la autodeterminación, incluido el establecimiento de un Estado en parte de su territorio.

Esto confirma que la ocupación ha llegado a un callejón sin salida en la guerra que libra contra los palestinos, no solo en Gaza, sino también en la Cisjordania ocupada y en la ciudad de Al-Quds (Jerusalén), y es incapaz de lograr una victoria importante para entrar en la era de la posguerra.

El resultado más relevante que podemos sacar de la guerra en Gaza es la erosión del poder de Israel, la pérdida de su posición en el mundo como potencia regional y la transformación de su imagen en la mente del mundo como una entidad terrorista sedienta de sangre, que es lo que sus amigos en Estados Unidos intentan evitar, sin éxito.

coordenada Informativa

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