Israelíes temen perder derechos basados en opresión de palestinos
Las protestas de los israelíes no es una lucha por la preservación de la democracia, sino una lucha para seguir disfrutando de la opresión de palestinos.
Por Xavier Villar
Después de más de tres meses de protestas que han paralizado la entidad sionista con bloqueos de autopistas, huelgas generales y otros actos de desobediencia civil, el gabinete de Netanyahu se ha visto obligado a posponer temporalmente su reforma judicial. La situación se volvió caótica cuando el ministro de defensa sionista, Yoav Gallant, fue destituido por pedir una pausa en la reforma judicial. Como resultado, se cerraron centros comerciales, universidades, hospitales y fábricas, así como el único aeropuerto, junto con jardines de infancia y escuelas.
La reforma judicial, que actualmente se encuentra pausada, busca limitar el poder del tribunal supremo y ponerlo bajo el control del parlamento, es decir, de la coalición gobernante. Si se aprobara, esto significaría que la decisión de nombrar jueces recaería en el parlamento, mientras que los fallos del tribunal podrían ser anulados por una mayoría parlamentaria.
Además, la reforma tendría un impacto directo en Netanyahu y su juicio por corrupción. La nueva legislación judicial proporcionaría protección al actual primer ministro sionista ante una posible imputación.
Resulta sorprendente que, para el discurso liberal, la situación actual en la entidad sionista se vea como una amenaza a “los valores democráticos”. Los manifestantes que supuestamente luchan contra la actual deriva autoritaria del gabinete de Netanyahu exigen la inmediata paralización de la reforma judicial. Sin embargo, estos manifestantes, considerados “defensores de la democracia”, no han mencionado en ningún momento el constante genocidio contra el pueblo palestino.
El New York Times ha advertido que el gabinete de Netanyahu está poniendo en peligro “la misma democracia sobre la que se construyó el país”. La idea que prevalece en la prensa occidental es que un grupo de fanáticos, encabezado por Netanyahu, ha corrompido las instituciones democráticas. Esta visión liberal intenta ocultar la verdadera historia de la entidad sionista, que no ha sido más que una colonia depredadora que otorga privilegios raciales a los colonos sionistas.
Intentar presentar las protestas como una lucha democrática contra el autoritarismo de unos pocos, evita cuestionar las bases raciales de la entidad sionista, que otorgan privilegios a los colonos, ya sean progresistas o no. Además, la presencia de un gabinete abiertamente racista como el de Netanyahu tiene una clara función política. Todos los sionistas se benefician de la opresión contra los palestinos, aunque algunos lo hacen más que otros, y la existencia de posturas extremistas contribuye a perpetuar dicha violencia.
Los llamados “sionistas progresistas” pueden creer que no tienen nada que ver con el gabinete racista de Netanyahu, que nunca dirían cosas como “los Palestinos no existen”, como dijo el actual ministro de finanzas, Bezalel Smotrich. Sin embargo, la función clara de Netanyahu y su gabinete es permitir que la violencia diaria contra los palestinos y la constante opresión y racialización de los mismos permanezca invisibilizada para la mayoría de los sionistas. Los “sionistas progresistas” pueden seguir creyendo en el mito fundacional de una democracia originaria en peligro, sin tener que pensar en los palestinos y, lo que es aún más importante, sin tener que cuestionar sus propios privilegios. Estos privilegios se sostienen gracias a la opresión de los otros.
La situación actual en la entidad sionista no pone en peligro la democracia, si por democracia entendemos una participación política justa. Lo que estamos viendo son simplemente luchas internas entre colonizadores, y la distinción entre “buenos” y “malos” colonizadores carece de sentido político, ya que ambos grupos se benefician de la opresión a los palestinos. Los sionistas progresistas, que se distancian del gabinete racista de Netanyahu, también se benefician de la opresión a los palestinos y pueden seguir creyendo en el mito de la democracia originaria en peligro sin cuestionar sus privilegios. La presencia de posiciones extremistas en el gabinete de Netanyahu ayuda a mantener la violencia contra los palestinos invisibilizada para la mayoría de los sionistas. En resumen, la lucha interna entre los colonizadores no pone en peligro la democracia, sino que sirve para mantener la opresión a los palestinos y los privilegios de los sionistas.
Como señala Joseph Massad, profesor de historia política árabe, el movimiento de protesta no debe verse como una lucha por la preservación de la democracia, sino como una lucha por la preservación de la idea de la democracia racial, para seguir disfrutando de los derechos que se basan en la privación y la opresión del pueblo palestino.
Estamos ante una nueva iteración de la hipocresía liberal, que no es una deformación del pensamiento liberal original, sino parte constitutiva del liberalismo mismo. Esta hipocresía se puede resumir en la visión política que propone democracia para la raza dominante y despotismo para aquellos considerados como “bárbaros”.
No hay ninguna deriva autoritaria en la entidad sionista, ni tampoco una amenaza para la supuesta democracia. La entidad sionista es simplemente una colonia en la que todos los colonizadores, sin excepción, se benefician de la violencia diaria contra los palestinos.
El hecho de que los manifestantes en las calles pretendan proteger una supuesta democracia sin cuestionar las bases raciales en las que se fundamenta esa democracia, dice mucho sobre su concepto de democracia y justicia.
Ni Netanyahu ni los llamados “sionistas progresistas” pueden ofrecer una respuesta justa y no racista a los palestinos. Ambos continúan sosteniendo el mito de la “indigenidad”, un mito que se construye sobre la eliminación física e ideológica de cualquier vestigio palestino.
Por todo lo anterior expuesto, podemos concluir que los derechos que estos manifestantes temen perder están basados en la opresión del pueblo palestino.
Esto expone al movimiento como uno que busca preservar privilegios raciales.