KITESURF : Julia Castro, “Caer en olas tan grandes, con 22 metros de líneas muy finitas, es una movida”
La kitesurfista española relata su última sesión de kitesurf entre olas gigantes, en un spot secreto de Fuerteventura: “La sesión fue una pasada”.
“La previsión en Fuerteventura puede ser super sencilla, pero también puede ser una autentica pesadilla. A veces, de aquí a una semana parece que van a caer las olas del siglo con la dirección de viento perfecta y, de repente, chau, todo cambia de un día para otro”, explica Julia Castro, waterwoman profesional especializada en kite, wake y wingfoil. Pero la previ de ese día se mantenía practicamente igual, lo cuál solo quiere decir que ¡el gran día venía de camino!”, añade.
Así, se despertó habiendo dormido en la furgo en la playa porque “quería dormir cerca del spot para no perderme ni un minuto de viento”. Era temprano, porque la dirección de viento que marcaba suele entrar temprano. Pero nada. Relata Castro que “esa noche había llovido y había mucha nube, frío, todavía chispeaba y el barro se estaba cebando con los coches de alquiler de los turistas”. Lo único es que el mar estaba enorme: “Poseidón había cumplido”.
Tranquilamente desayunaron y esperaron el viento durante horas. Ella y uno de los mejores fotógrafos de vela del mundo: Jesús Renedo de Sailing Energy. En el spot sí que estaba Philipp Köster y un compi de equipo de ION, Josep Pons, con la furgo aparcada y montando material. “Yo no sé de windsurf, pero con el kite no daba para salir, ellos entraron, incluso conseguían coger algunas bombas, pero para mí todavía no daba”, explica resignada.
Finalmente parecía que el sol se quedaba y con él, el viento. Pero cada vez que venía una nube, el viento bajaba y, cuando se iban, el viento subía (condiciones nada apetecibles y seguras para ir a meterse en olas grandes). En este contexto, Julia Castro puntualiza que “decidí montar grande, por si acaso. Decidí tirar por lo seguro; monté mi 9m Neo SLS de Duotone, a sabiendas de que quizás el viento me subía, pero quería tener potencia suficiente para poder escapar si alguna ola me pillaba”. Y así fue la sesión:
“La verdad es que, los días así, en los que el mar está tan grande, entro al agua mega nerviosa. Digo yo que es lo normal jajaja, pero ese día entré como si fuera la mujer de hielo. Sabía que si mi cometa tocaba el agua la podía liar parda… Mi único trabajo era lograr que esto no pasara (parece fácil pero los accidentes pasan). Caerte en olas tan grandes, con 22 metros de líneas muy finitas es una movida, lo mejor que te puede pasar es que la cometa caiga por detrás de la ola… Y bueno, la probabilidad de enredarte con tus propias líneas es menor, pero existe, y luego está la tabla, que va enganchada a ti con un leash, y con la que también te puedes golpear. Y luego está el peor de los casos, la cometa se cae en la misma ola que tú. Llevamos corta líneas siempre, pero no es la primera vez que me veo con dificultad de acceder a él, simplemente por la fuerza que tiene la ola.
En cualquier caso, que no panda el cúnico, la sesión fue una auténtica pasada, estuve compartiendo sesión con dos windsurferos de un nivel excepcional, y ya saben esto es también bastante excepcional porque, aunque parezca mentira, kite y windsurf no acaban de llevarse bien del todo a pesar de que estamos en 2021, pero Josep incluso me dio un par de consejos en el agua que me ayudaron muchísimo y, yo no sé cómo no estoy afónica de gritarles ¡WOOOOWWW! cada vez que bajaban una bomba. Cada uno cogía su bomba, y no hubo absolutamente ningún problema.
Las imágenes que vi desde el agua, a parte de que no las voy a olvidar en mi vida, me hacían recordar a estos vídeos que nos ponen de Hawái o Haití. La próxima prometo poner a un fotógrafo en el canal en una moto de agua para poder compartir -contigo que me lees- lo que vi aquel día. Fué un día absolutamente mágico. Al final estuvimos casi 1 hora y media nosotros 3 solos en el agua, acompañados de mis amigos Maia y Lalo que también se estaban bajando unas bombas increíbles haciendo tow-surf, ¡es un privilegio tener amigos en una moto de agua en esta isla que te puedan salvar en caso de necesidad!”
Leyendo esto y viendo las fotos y vídeos de la sesión, se puede confirmar aquello que dicen de que Fuerteventura es el Hawái europeo. Aunque Julia Castro puntualiza: “No sé cuántos días épicos tendrán en Hawái pero aquí los tenemos contados. Eso sí, cuando entra, creo que tenemos poco que envidiarles…”.