México podría verse afectado por las restricciones de Occidente al petróleo ruso
Este 6 de diciembre entró en vigor el acuerdo sobre el límite de precio al barril de petróleo ruso en 60 dólares, una medida impuesta por las economías del G7, así como por la Unión Europea (UE) y Australia para tratar de castigar a Rusia por su operación militar en Ucrania. ¿Cómo podría afectar esta decisión a los países latinoamericanos?
Imponer un tope a los energéticos rusos presionaría aún más la producción de los países petroleros de América Latina, como Venezuela y México. Además, en el caso de esta última nación, su inflación podría verse todavía más elevada en los próximos meses.
De acuerdo con José Ignacio Martínez Cortés, coordinador del Laboratorio de Análisis en Comercio, Economía y Negocios (LACEN) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el país gobernado por Andrés Manuel López Obrador sería uno de los perdedores por esta decisión de los líderes occidentales. ¿Por qué? Porque México es un exportador neto de gasolina y gas proveniente de Estados Unidos.
El viceprimer ministro ruso, Alexandr Nóvak, especificó que, si el tope de la UE entraba en vigor, Rusia reorientaría su suministro de crudo hacia otros “socios orientados al mercado” o reduciría la producción. Sin embargo, a pesar de esta advertencia y plenamente consciente de los posibles estragos en los mercados energéticos en caso de que Moscú frenara la extracción de petróleo, Occidente siguió adelante con su plan.
“México se encuentra en un doble filo en cuanto a la reducción de los precios del crudo, en donde habría menor ingreso por la reducción de los flujos”, señaló el especialista en entrevista con Sputnik.
Asimismo, la apreciación del peso frente al dólar y la baja en los precios del gas y la gasolina a nivel internacional desde hace un par de meses repercuten en un precio a la baja de lo que México exporta, lo cual, dijo, se refleja en la inflación.
La UE, la gran perdedora
De acuerdo con el especialista, el bloque europeo será el gran perdedor por la decisión tomada en torno al petróleo ruso, la cual obedece a intereses eminentemente geopolíticos.
“El grupo perdedor de esta situación es, sin duda, el consumidor eurocomunitario que tiene aumento de inflación, de la tasa de interés y de precios, a raíz de que los granos y los energéticos, dos commodities, incrementan de precio, lo que repercute en la cartera del consumidor”, señaló.
“Quien está pagando las secuelas de las sanciones de Washington secundado por sus aliados del G7 y la Unión Europea, el que paga los platos rotos es el consumidor eurocomunitario”, explicó Martínez Cortés.
La iniciativa de limitar el precio del barril de petróleo ruso en 60 dólares fue presentada en junio de 2022, cuando el Grupo de los Siete decidió instalar un mecanismo que permitiera a terceros países seguir importando petróleo crudo ruso por vía marítima usando los buques cisterna del G7 y de la UE, así como las compañías de seguros y las instituciones de crédito, pero bajo la condición de que la mercancía se vendiera a menos de 60 dólares. Esto podría suponer un obstáculo incluso para los países que no forman parte del controvertido acuerdo. Tanto la UE como el G7 van a revisar el nivel del tope cada dos meses. La primera revisión está prevista para mediados de enero.
Como la prohibición del crudo marítimo de la UE no se aplica al crudo ruso que entra en Europa a través de oleoductos, Hungría, la República Checa y Eslovaquia podrán seguir recibiéndolo a través del oleoducto Druzhba. A Bulgaria también se le concedió una exención temporal especial de la prohibición del petróleo marítimo hasta finales de 2024.
El 4 de diciembre, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y sus aliados celebraron una reunión en la que se llegó a la decisión de mantener las cuotas de producción de petróleo existentes.
La alianza había acordado anteriormente recortar la producción en dos millones de barriles diarios desde noviembre hasta finales de 2023, impulsada por unas perspectivas económicas más débiles.
Los expertos prevén una escasez de petróleo y gasóleo en el mercado europeo como consecuencia del embargo, así como un aumento de los precios de los combustibles, lo que supondrá un duro golpe para la economía de la UE.
Los países miembros de la OPEP+ decidieron, el pasado 4 de diciembre, mantener sus niveles actuales de reducción en dos millones de barriles de crudo al día. El anuncio llega luego de que el G7 y la UE se negaran a adquirir petróleo ruso a un precio mayor que 60 dólares por barril.
El pasado 24 de noviembre, la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, María Zajárova, dijo que Moscú no suministrará petróleo a los países que se sumen a la medida de imponer un tope a los precios del combustible ruso. Antes de que la medida fuera acordada, el presidente ruso, Vladímir Putin, declaró que Rusia no suministrará nada al exterior que perjudique sus intereses.