Operación secreta para salvar a Juntos por el Cambio del desquicio total
Si no se tratara de Gerardo Morales, un veterano y experto de todo ese festival de internas y de internismo que siempre ofrece el radicalismo en toda su dimensión cada vez que se prepara para enfrentar un proceso eleccionario, cualquier diría que todo lo que ha venido haciendo es propio de un atolondrado. Pero en el radicalismo nacional hace tiempo que llama la atención qué motivó a su presidente, al líder del comité nacional y actual gobernador de Jujuy, no sólo a lanzar con llamativa antelación su precandidatura a la presidencia, sino el haber sellado un extraño pacto electoral con el jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta, quien también aspira a conseguir la nominación de Juntos por el Cambio para disputarle el poder al kirchnerismo, lo que ha conducido al histórico partido a un estado de convulsión general que le alteró un posible plan de recuperación frente a la ventaja que le sacó el PRO desde el nacimiento de Cambiemos, en el 2015.
Cuando Ernesto Sanz logró persuadir a la mayoría de los radicales de que un acuerdo con el PRO de Mauricio Macri y la Coalición Cívica de Lilita Carrió era el único camino posible para retornar al poder, muchos lo hicieron convencidos de que, si se llegaba a derrotar al kirchnerismo, como sucedió, más temprano que tarde un representante surgido de sus propias entrañas o filas debía estar encaramado en lo más alto de la institucionalidad del país. Pero el paso del tiempo ha demostrado que el más que centenario partido, aún con su firme y extendida territorialidad y presencia hasta en los más recónditos y escondidos pueblos de la nación, no ha sido capaz de ofrecer un candidato confiable que al menos pueda llegar a ofrecer una solución moderna a los problemas urgentes de la ciudadanía. El PRO de Macri en su momento, de Bullrich y hasta de Rodríguez Larreta en estos tiempos, no sólo ha sido más competitivo que su socio el radicalismo, sino que quienes adhieren a la principal coalición opositora al populismo, por alguna razón particular se han visto más atraídos a la oferta electoral amarilla, que, a todo ese bagaje de ideas de tinte progresista, pero todavía demasiado vintage, pareciera, para un electorado que se fue renovando y haciendo más sofisticadas sus demandas.
El reciente y sorprendente reencuentro de Sanz con Macri, de mediados de la semana que ha terminado, parece haberse originado en una luz de alarma y, a la vez, en un llamado a una operación destinada a salvar las chances de la coalición opositora de volver al poder, un objetivo amenazado por ese heterogéneo panel de incertidumbre que está provocando en el año de las elecciones, imitando el mismo estado de situación cuasi delirante que domina al gobierno desde la salida de la crisis de la pandemia hasta estos días.
Sanz, como socio fundador de Cambiemos, ha ido a pedirle en esa cumbre a Macri que ordene el PRO. Que lo haga como jefe reconocido que es y que le ponga un freno a la proliferación de candidaturas que ha surgido del partido, especialmente en los distritos que irán a elecciones en la misma fecha que lo hará la nación para elegir al próximo presidente. Se habla de Buenos Aires y de CABA particularmente, pero también para el resto del territorio, como sucede en Mendoza, en Salta y otras provincias.
Sanz ha ido a pedirle a Macri que utilice su influencia y liderazgo para poner las cosas bajo control entre Rodríguez Larreta y Bullrich, los que han desatado hacia abajo un enfrentamiento que amenaza esa idea de serenidad que pretendería dar la oposición frente a los desafíos que se avecinan y frente a la degradación casi absoluta en la que ingresó el gobierno y sus posibilidades de ofrecer algo superador para las elecciones.
Si Macri, para Sanz, es el único que puede poner en orden al PRO antes de una probable fragmentación en todo el país, ¿quién cumpliría, en el radicalismo, el rol de Macri si su presidente, Morales, es quien anima la división en el partido que conduce más que por cuestiones ideológicas, por puras conveniencias, por la realidad de cada distrito y por las especulaciones? ¿Es posible que Sanz, empujado por Miguel Ángel Pichetto, podría estar buscando ocupar ese lugar tal como lo fue en el 2015, junto al propio Macri y Lilita Carrió? Es una pregunta cuya respuesta será develada más adelante, pero lo cierto es que lo que ven Macri, Sanz, Pichetto y alguno que otro más, es que con la convulsión en la que avanza la oposición para prepararse para las elecciones lo que hace es agregar más incertidumbre a la que ya existe por orden y gracia del gobierno.
Ni Sanz ni Macri se ocuparon en desmentir el encuentro y lo que trascendió de la charla. Tampoco la frase atribuida a Sanz de que ni siquiera las PASO en Juntos por el Cambio solucionarán los problemas que sí deben estar en manos de la política. Lo que vuelve a discutirse por estas horas es el mismo esquema que se aplicó en el 2015, cuando en la previa de las elecciones, las que ganara finalmente Macri, Cambiemos logró alcanzar acuerdos generales en la base de la propuesta electoral. Es que en todos los distritos la coalición pudo construir listas comunes de legisladores permitiéndoles a cada candidato a intendente y gobernador repartir las boletas a gusto del elector los que podían optar por Macri o Sanz, básicamente.
Los peligros a los que se enfrenta Juntos por el Cambio hoy se basan en el caos y la confusión que provoca el enfrentamiento entre Rodríguez Larreta y Bullrich, por caso, y su impacto en la propia interna radical. Y la jugada fuerte de Morales, abrazando a Rodríguez Larreta y sin opciones. Pero la realidad es otra y pasa por lo que las encuestas están mostrando y es que el jefe de gobierno porteño no tiene todas consigo frente al crecimiento de Bullrich en algunos distritos, como es el caso de Mendoza, por ejemplo.
Estos referentes han comenzado a ver que si antes de las PASO, en aquellos distritos que lo tengan previsto claro está, no opera un acuerdo general en la coalición sobre una oferta sólida y vigorosa y en la que sólo quede por discutirse qué candidato o candidata a presidente ofrecerá, le será difícil abstraerse de ese clima de caos que ha creado el propio gobierno y su intestina lucha por la sucesión, sumado por supuesto a la ausencia total de respuestas a la crisis. El problema que tiene Juntos por el Cambio es que hoy no puede ofrecerse como la alternativa serena, firme y confiable frente al desquicio generalizado en el que ha caído el gobierno. Y es en ese contexto en donde ha crecido, se cree, la propuesta libertaria de Javier Milei, con todo ese bagaje de temerario histrionismo.