¿Por qué llegados a este punto es más problemática para la UE una guerra en Oriente Medio que la invasión de Ucrania?

 ¿Por qué llegados a este punto es más problemática para la UE una guerra en Oriente Medio que la invasión de Ucrania?

Preocupante no es problemático, aunque muchas veces las condiciones se junten. La Unión Europea juega con estas dos palabras, y es que la invasión rusa de Ucrania le preocupa, pero la situación en Oriente Medio puede ser más problemática para el bloque comunitario al menos de puertas hacia dentro. La realidad es que la UE tiene más motivos de preocupación respecto a Moscú, pero la posibilidad de una guerra en la región es mucho más divisiva, a la vista de los acontecimientos del último año, con los Estados miembros sin encontrar la unidad y sin poder de mediación entre un socio importante y la necesidad de impulsar la parte humanitaria. ¿Por qué? Entran en juego muchas variables:

Los ataques de Irán sobre Israel este martes y la incursión en Líbano han dado una vuelta de tuerca al escenario en Oriente Medio. “Una vez más, un peligroso ciclo de ataques y represalias amenaza con alimentar una escalada regional incontrolable que no beneficia a nadie. La UE sigue plenamente comprometida a reducir las tensiones y contribuir a la reducción de las tensiones para evitar un peligroso conflicto regional”, resumieron los 27 en un comunicado, solo unas horas después de no haber podido alcanzar la unanimidad sobre la situación en territorio libanés.

Y ahí está una de las claves para la UE: en Oriente Medio no hay unidad a la hora de sacar conclusiones, porque los Estados miembros, aunque en lo general estén de acuerdo, siguen divididos en los matices. La obsesión es que no se dé una guerra regional, porque estratégicamente daría poder a Estados Unidos e incluso a Rusia, e inmiscuye -como se ha visto- de manera directa a Irán, que es uno de los ‘oponentes’ fundamentales de Occidente en estos momentos. Esa imagen de debilidad por la falta de consenso es la que puede afectar al papel de la Unión Europea en el mundo. Una unidad que, en cambio, sí se sigue viendo en torno a Ucrania (con una afección mucho más clara, evidentemente, en las dinámicas del bloque).

De nuevo, a la Unión Europea le preocupa más Ucrania, país candidato a la adhesión, por empezar por lo más básico. Pero Oriente Medio es un problema mayor, porque muestra debilidades y evidencia que todavía la UE se basa en lo intergubernamental. Es decir, el verdadero poder reside en los países miembros. Más allá de la implicación de otros actores, esto se ve en cómo se gestiona la situación entre Israel y Palestina. La UE como bloque defiende desde hace seis décadas la solución de los dos Estados, pero esa vía no la aceptan todos los Estados miembros, ni mucho menos.

En un lado está el bloque liderado por España, Malta, Bélgica o Irlanda, algunos de los cuales han dado incluso el paso de reconocer el Estado palestino; en el otro lado están, principalmente, Alemania y Austria. Berlín sigue siendo el principal respaldo de Israel, aunque sobre la mesa de la Comisión Europea siga la petición de suspender el Acuerdo de Asociación con Tel Aviv. Ursula von der Leyen ni siquiera lo ha valorado.

La clave de todo está en un “doble rasero” muchas veces criticado en el último año: la unidad sobre Ucrania no se da respecto a Israel, Gaza y Hamás. El cambio en la narrativa de la UE empieza en el punto en el que una es una invasión y la otra una guerra contra el terrorismo, aunque ambas tengan elementos en común: por ejemplo, Kiev se está defendiendo de Moscú e Israel se está defendiendo de un grupo armado como Hamás (también de Hezbolá). Además, hay elemento de integridad territorial, tanto para Ucrania como en el caso del conflicto árabe-isreaelí, pues sobre este último la Unión lleva décadas defendiendo la solución de dos Estados.

Otra variable está en la capacidad de mediación. “La UE está en condiciones de proponer planes de paz, ya se ha visto”, se limitan a comentar fuentes comunitarias consultadas por 20minutos, y de hecho el Alto Representante, Josep Borrell, puso uno sobre la mesa para el conflicto árabe-israelí; este, en cambio, parece haber quedado en papel mojado porque la capacidad de interlocución recae en manos de Estados Unidos o de Catar. Es decir, la Unión Europea no participa directamente en cómo se sale del entuerto en Oriente Medio, y esto puede entrar dentro de la lógica porque sus intereses allí son menores. Pero a la vez puede trasmitir también una cierta imagen de debilidad.

En conclusión, Ucrania preocupa mucho en Bruselas y el apoyo a Kiev sigue, pero el verdadero reto está en comportarse como un bloque compacto a raíz de aquello que es más problemático, más peliagudo. Esto pasa con Oriente Medio: cuando se saca la foto respecto a Kiev, (casi) todo es consenso y grandes pasos hacia adelante. En cambio, cuando se ve la imagen de la reacción sobre Israel, Palestina o Líbano, (casi) todo es división. Ahí reside una verdadera laguna para la Unión Europea.

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