¿Por qué los latinoamericanos tienen tantos problemas con sus huellas dactilares?

 ¿Por qué los latinoamericanos tienen tantos problemas con sus huellas dactilares?

Desde hace ocho años, Sofía Santiago se dedica a la preparación y venta de tamales en el Estado de México, uno de los alimentos más típicos en México. Constantemente, sus manos las ocupa para preparar la masa para las tortillas y coger ollas calientes, lo cual le ha generado un problema peculiar: sus huellas dactilares son ilegibles.
“Mis manos están bien, pero a lo largo del tiempo mis huellas se fueron borrando. Yo iba a tramitar algo y mis huellas ya no pasaban, aunque me tallara en la frente para que tuvieran humedad”, comenta en entrevista para Sputnik.
El uso de la huella dactilar como forma de identificación se ha masificado en las últimas décadas. Con el avance de la digitalización de la economía y la vida cotidiana, sobre todo en el auge tecnológico vivido en la pandemia, el reconocimiento biométrico ha terminado por consolidarse.

Tan solo en México, desde 2017, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) estableció la obligatoriedad de capturar las huellas de toda persona que esté interesada en abrir una cuenta, como una medida de seguridad para evitar el robo de identidad.
“Pasé la derecha y luego la izquierda y fue la misma situación. No pude arreglar nada”, lamenta Sofía Santiago, también cocinera de gorditas y tortillas en comal, al hablar sobre la imposibilidad de realizar un trámite bancario con sus huellas.

En esta misma situación se encuentra Lucía Hernández, de 52 años. Hace una década comenzó a tener problemas para realizar trámites bancarios. Hasta una hora invertía para tratar que el lector de huellas lograra identificar la suya. Un problema similar ha tenido su hija, Dayana, de 32 años, y sus hermanas. La razón que sospechan es el uso excesivo de cloro al lavar la ropa a mano.
“Mis dedos los siento muy lisos, ya no veo la huella y tengo que humedecerlos para agarrar algo. Pero no siento molestia, a veces siento las manos resecas, pero obviamente es por el mismo desgaste porque sí era puro lavar a mano”, comenta Hernández para Sputnik.
El borrado de huellas digitales
Alonso Loera, presidente del Consejo de Administración de Biometría Aplicada, confirmó en entrevista para Sputnik que algunas personas, ya sea por la edad o por realizar labores manuales exhaustivas o donde se usan químicos corrosivos, tienden a tener problemas para que los lectores reconozcan sus huellas. Incluso el experto menciona que quienes están en contacto directo con mangos, tienen problemas similares.
“La huella digital está constituida por el colágeno que tiene nuestro cuerpo, tiene una capa debajo de la piel donde está el dibujo de nuestra huella, después viene el colágeno que genera el dibujo en una dimensión adicional. Y este colágeno, en la medida en que existe en la piel, permite que los lectores biométricos generen esta lectura”, explica el especialista.

Loera añade que los lectores de huellas más modernos no funcionan como una especie de cámara que compara exactamente las huellas. Al hacer el registro se genera un código en cadena cuyos valores están directamente relacionados con la forma de las huellas. Este código es el que se compara al hacer la lectura y, a su vez, se vuelve una herramienta para evitar el robo de identidad, ya que permite clasificar las huellas como vivas (cuando una persona está haciendo un trámite) o muertas (el registro de la huella en una base de datos).
Sobre los problemas de lectura que presentan algunos sistemas de bancos o instituciones gubernamentales, el experto considera que “la biometría es una tecnología emergente y algunas empresas tecnológicas han querido entrar a esta materia sin el entendimiento completo de los retos que se le presenta al implementar un sistema como empresas tecnológicas”.
¿Qué tan común es este problema?
Este problema es mucho más común en adultos mayores, precisamente por la pérdida de colágeno. Un estudio del Instituto de Políticas Públicas en Salud de la Universidad de San Sebastián, en Chile, apunta que cerca del 48% de las personas de 60 años o más tienden a perder la legibilidad de su huella.
Por otra parte, existen casos de personas que padecen adermatoglifia, una condición en la que hay ausencia y deterioro de las crestas epidérmicas y que puede ser congénita. De acuerdo con un artículo de la revista médica del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), se estima que entre el 1 y el 2% de la población padecen de esta enfermedad, o alguna incapacidad física para leer sus huellas, mientras que diversos estudios realizados en países como Estados Unidos y Líbano sugieren que las huellas dactilares “ilegibles” no son un problema que afecte a la mayoría de la población.
En este sentido, Alonso Loera, con 22 años de experiencia en el área, estima que, al iniciar la implementación de sistemas biométricos en bancos hace 20 años, solo el 3% de los clientes presentaron un problema en los lectores, pues muchas veces esto se puede arreglar hidratando el dedo con aceites especiales o alejándolo precisamente de sustancias corrosivas.

El experto va más allá y considera que, con la tecnología actual, el problema de la legibilidad de las huellas dactilares debería ser contemplado por las empresas que implementan estos sistemas, pues, aun con las dificultades antes mencionadas, un buen sistema no se basa solo en las huellas sino en otros factores como la voz y en el rostro.
En México, se trató de implementar un Padrón Nacional de Usuarios de Telefonía Móvil, una base de datos en la que se pretendía almacenar los datos biométricos de toda persona que tuviera una línea de telefonía celular. Esta base se compararía con la información biométrica del Instituto Nacional Electoral (INE), órgano que organiza las elecciones y que expide una de las identificaciones oficiales más comunes: la credencial de elector, misma que incluye la huella del usuario.
Sin embargo, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) invalidó la creación de dicho padrón por considerarlo violatorio de derechos humanos, pues, de haberse implementado, toda persona interesada en adquirir una línea de telefonía celular estaba obligada a entregar sus datos biométricos.
Dependencias como el INE no cuentan con protocolos o alternativas para las personas cuyas huellas son difíciles de leer. En el sistema bancario ocurre lo mismo, por lo que los usuarios pueden pasar horas intentando pasar por el lector o sencillamente no pueden realizar sus trámites por la falta de otros sistemas.

En otros países de América Latina sí se ofrecen alternativas. Por ejemplo, el Ministerio de Transportes del Perú le da la posibilidad a una persona de expedir una constancia que acredite la ilegibilidad de sus huellas para poder hacer trámites, como la solicitud de una licencia para conducir.
Alonso Loera insiste en que un sistema de reconocimiento biométrico no puede basarse únicamente en las huellas digitales y debe planearse bajo el concepto de universalidad, es decir, considerar que, por ejemplo, no todas las personas tienen una cámara web para tomarse una foto del rostro, teléfono para hacer el registro de voz, internet o las huellas legibles.
“Un sistema tiene que ser universal en ese sentido. Tiene que tomar todas estas características para decir: ‘¿Qué pasa si llega mi cliente o llega mi usuario y no cuenta con huellas digitales?’. Entonces, ahí es donde deben intervenir otros criterios, como la lectura del rostro, como la identificación de la voz o algún elemento que nos permita asegurar esta identidad”, explica Loera.
El experto comenta que, si bien este tipo de tecnología se ha trabajado desde hace al menos 40 años, en las últimas décadas se ha popularizado tanto que empresas sin tanta experiencia entran al sector y operan con tecnología vieja que complica aún más la lectura de huellas dactilares.
“Cuando emerge una necesidad ante la transformación digital de la economía que está empujada por la disrupción de empresas, más la pandemia, este se vuelve un boom y entonces es donde vienen muchas empresas que no tienen este entendimiento, que son tecnológicas, que tienen expertise en otras áreas, se meten a esta área, generan esta nueva dinámica o esta nueva oferta de mercado, pero no tienen todas estas prácticas [de universalidad]”, agrega el especialista.

 

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