¿Qué haría Chile si Trump le echa un ojo al estrecho de Magallanes?
Un posible interés de Donald Trump sobre el estrecho de Magallanes, vía alternativa al canal de Panamá, comienza a generar preocupaciones en Chile. Dos analistas consultados por Sputnik explicaron por qué la vía ubicada al sur de Sudamérica es tan relevante y cómo Trump podría utilizar a su favor las tensiones entre Argentina y Chile.
El insistente interés del presidente de EEUU, Donald Trump, por controlar el canal de Panamá comenzó a generar preocupación a unos casi 7.000 kilómetros al sur, donde se encuentra el estrecho de Magallanes, el otro gran paso que conecta los océanos Atlántico y Pacífico.
El problema fue explicitado recientemente por el excanciller chileno, Roberto Ampuero, que conectó la voluntad de Trump de lograr un mayor control del canal de Panamá con la situación de Chile.
“Quiero decirlo muy claro: quien está hablando del canal de Panamá está hablando, aunque sea indirectamente, del estrecho de Magallanes”, afirmó el político entrevistado por el medio chileno El Líbero.
Para Ampuero, que ejerció como ministro de Relaciones Exteriores durante el último Gobierno de Sebastián Piñera (2010-2014 y 2018-2022), la disputa geopolítica que Trump pretende darle a China “lleva de inmediato a cualquier estratega militar a pensar alternativas al canal de Panamá y ahí está el estrecho de Magallanes”.
El excanciller reivindicó que la propiedad chilena del estrecho “está establecida muy claramente en los acuerdos internacionales” pero advirtió que el país sudamericano no debería “estar ausente” del debate, justo cuando Washington parece incrementar la sintonía con el vecino Argentino, ubicado del otro lado del canal. “No podemos dejar que Argentina se convierta sola en un país con trato privilegiado dentro de la región”, aseveró el exministro de Piñera.
La importancia del estrecho de Magallanes
En diálogo con Sputnik, el analista internacional chileno Iván Witker consideró que, en realidad, la actitud del presidente estadounidense sobre el canal de Panamá responde a la importancia creciente no solo de la interconexión panameña sino de “las vías interoceánicas en general” como consecuencia de un “cambio geopolítico mayor”.
Witker recordó que, además de la influencia china que molesta a Trump, el canal de Panamá también sufrió problemas de funcionamiento por factores climáticos como la sequía. Así, en los últimos años surgieron propuestas de interconexión alternativas como otro canal a través de Nicaragua o incluso el proyecto del corredor del Istmo de Tehuantepec, con el que México pretendía unir los océanos a través de vías férreas.
Para el analista, el surgimiento de estas iniciativas “es un síntoma de estos cambios geopolíticos sustantivos” que ponen en relieve a los canales interoceánicos y que parecen acelerarse con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Witker señaló que, en ese contexto, Chile tiene para ofrecer “una vía bastante expedita de aproximadamente 600 kilómetros, con una anchura que llega a superar los 30 kilómetros y una profundidad de 1.000 metros”.
“El estrecho de Magallanes tiene hasta el día de hoy una relevancia geopolítica estratégica, tanto por su cercanía y proyección a la Antártida, como por ser el único paso natural entre el Atlántico y el Pacífico”, apuntó, también en diálogo con Sputnik, el sociólogo argentino e investigador en geopolítica Sebastián Schulz.
Schulz añadió que el estrecho de Magallanes se vuelve particularmente relevante dentro de “un nuevo orden internacional” en el que se ha producido “un desplazamiento del centro de gravedad de la economía mundial desde el Atlántico hacia el Pacífico”, con un creciente comercio entre los países latinoamericanos y potencias emergentes como China y Rusia, entre otras.
Para el analista argentino, EEUU es muy consciente del valor estratégico de la zona, tal como han demostrado los propios funcionarios estadounidenses como la generala Laura Richardson, jefa del Comando Sur del Ejército de EEUU. En efecto, Richardson visitó el estrecho de Magallanes en 2023, se reunió con militares chilenos y manifestó su preocupación por el paso de pesqueros chinos por el canal. De la misma manera, la funcionaria estadounidense había visitado en 2024 la ciudad argentina de Ushuaia, ubicada sobre el canal del Beagle, que también conecta ambos océanos, con la intención de promover la instalación de una base militar estadounidense en el lugar.
¿Qué puede hacer Chile?
Witker recordó que no solo la propiedad del estrecho de Magallanes le pertenece en su totalidad a Chile, sino que también se trata de una cuestión muy arraigada “en el imaginario chileno”. En ese sentido, enfatizó que ya “los padres de la patria” como el libertador chileno Bernardo O’ Higgins habían comprendido la importancia de la vía interoceánica.
Chile tomó posesión del estrecho de Magallanes en 1843 y refrendó su titularidad con el tratado de límites firmado con Argentina en el Tratado de Límites que ambos países firmaron en 1881. La propia relevancia del canal fue, de hecho, uno de los grandes incentivos para que el país sudamericano generar políticas de poblamiento de su región patagónica y de la actual región de Magallanes.
“El control sobre el estrecho de Magallanes le pertenece a Chile. Mantener una posición de privilegio ahí ante los intereses de las superpotencias va a ser difícil, pero Chile tiene la intención de hacerlo y creo que el estrecho de Magallanes va a seguir siendo así por muchas décadas más”, reivindicó Witker.
Para el analista chileno, la forma principal de asegurar ese control es con políticas de fortalecimiento de la Armada chilena y de proyección hacia la Antártida —o Antártica, según la denominación chilena—, continente sobre el que Chile mantiene un reclamo sobre una superficie de 1.250.257 kilómetros cuadrados, coincidente en gran parte con los reclamos de Argentina y del Reino Unido. “Creo que la posición chilena va a tener que necesariamente ir fortaleciéndose a través de la Armada y de los organismos civiles que se preocupan por la Antártida y la Patagonia”, precisó, en relación con los últimos esfuerzos del Gobierno de Gabriel Boric para incrementar el poderío naval en el sur del país.
Schulz, por su parte, coincidió en que “Chile tiene un desafío estratégico en asegurar la soberanía sobre el estrecho de Magallanes” pero consideró que el problema se vuelve más amplió sí se considera la ocupación del Reino Unido sobre las Islas Malvinas —reivindicadas por Argentina—, desde donde funciona “una base de la OTAN desde donde se proyecta la influencia y el control sobre el territorio, no solo del estrecho de Magallanes sino del Atlántico Sur en general”.
Para el argentino, estos temas deberían ser abordados por los países latinoamericanos en “espacios de integración” como lo fueron la Unasur o la CELAC que puedan contrapesar las posturas autonomistas de gobiernos como los de Javier Milei, que “ha manifestado su alineamiento incondicional a la estrategia de EEUU”.
La rivalidad Chile-Argentina, al servicio de Washington
Una de las preocupaciones esgrimidas por el propio excanciller Ampuero era, precisamente, cómo podría darse una suerte de competencia entre Chile y Argentina por quien sería su mejor socio en el sur del continente. Para Witker, está claro que “Argentina tiene una ventaja sobre Chile porque sin duda que Milei ha construido una estupenda relación con Trump y dará un fuerte apoyo a todo lo que sea de importancia geoestratégica para EEUU”.
Schulz, en tanto, consignó que Milei incluye al presidente chileno, Gabriel Boric, en “el grupo de los mandatarios que califica como socialistas” y que, bajo esos cristales, el mandatario argentino podría ser “una punta de lanza” de la Casa Blanca “si Trump o incluso el secretario de Estado, Marco Rubio, entienden que hay que ajustar clavijas mucho más rápidamente en Sudamérica”.
“Creo que lo que puede hacer EEUU es sembrar tensiones y desestabilización en la región, aunque estamos en un marco de declive hegemónico de EEUU y es difícil que pueda llegar a tomar control efectivo del estrecho de Magallanes”, concluyó el argentino.
Para Witker, Washington podría lograr “estabilizar” la situación en torno al estrecho de Magallanes en el caso de que haya un cambio de signo político en las elecciones chilenas previstas para finales de 2025. De lo contrario, estas tensiones podrían terminar afectando la “buena vecindad” necesaria en el sur del territorio.